Cuando en el capítulo sobre «Los primeros humanos de Madrid: los yacimientos de Áridos de Arganda«, acontecido hace 400.000 años, decíamos que un grupo de H. heidelbergensis descuartizó a un enorme elefante antiguo, implícitamente suponíamos un clima relativamente benigno, muy similar al actual. Pero eso no ha sido siempre así.
La ocupación paleolítica de los yacimientos de Areneros I y II en Arganda ocurrió durante un periodo templado o interglaciar. Los valles se cubrieron de vida con especies africanas hoy desconocidas en estas latitudes, como elefantes antiguos, uros, caballos, cérvidos, rinocerontes e hipopótamos. En general especies que hoy consideramos selváticas, pero de bastante más tamaño que las actuales. Estaríamos en el Pleistoceno medio.
Por contra, durante los periodos fríos, llegarían al interior peninsular especies adaptadas a las bajas temperaturas, debiendo retroceder a latitudes más cálidas las otras. De nuevo, los valles de Jarama y Manzanares serían un epicentro prehistórico singular, con mamuts,rinocerontes lanudos,ciervos gigantes, o bisontes muy cerca de sus orillas. Estamos en el Pleistoceno superior, cuando hace unos 80.000 años Europa entraba en la última fase fría de la actual glaciación.
La siguiente época templada o interglaciar será la que vivimos en los tiempos actuales. En el capítulo de esta serie sobre la prehistoria titulado «La configuración del paisaje cuaternario de Madrid» hablamos de las glaciaciones y de los periodos interglaciares.
En el arenero de la Salmedina, en Rivas-Vaciamadrid, se hallaría el enorme colmillo de un Mamut, hoy expuesto en el museo de los Orígenes, en Madrid. A muy poca distancia, en el arenero del arroyo Culebro, poco antes de desembocar en el Manzanares, aparecería el cráneo de un rinoceronte lanudo, expuesto también en Madrid.
En el yacimiento de Preresa, entre Perales del Río y Rivas-Vaciamadrid, en el curso de unas excavaciones en el 2012, se encontraron los restos de un mamut, al cual los neandertales le habrían fracturado los huesos para alimentarse de su tuétano hace unos 80.000 años.