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La Cabeza de Villaverde (T.M. Chinchón)

Resumen: Breve reseña de un accidente geográfico del Valle del Tajuña, en un entorno histórico cuyo significado abarca desde la alta Edad Media al siglo XX con la guerra civil española de por medio, y del legado de restos históricos y culturales repartidos por la zona.

La Cabeza de Villaverde es un cerro situado a la izquierda de la carretera M-311, de Madrid a Chinchón, a la altura del Km 16+200, que con sus 770 metros de altitud es la altura más prominente de estos contornos, seguido por la Cabeza Bermeja (763 m) situada entre la linde de Chinchón con Valdelaguna y la carretera M-315.

Por sus características, ambas formaciones sirvieron históricamente de referencia en los deslindes del término de Chinchón, y en época anterior, bajomedieval, entre la aldea de repoblación de Villaverde y el resto de aldeas de su entorno, respectivamente.

El término Cabeza (Cabeça) fue muy usual en aquel tiempo para denominar una prominencia orográfica destacada, visualizable a gran distancia, para señalar claramente las divisiones territoriales. Cabeza Fuerte (667 m) es otro de los ejemplos más cercanos, en la linde entre Pinto y Getafe.

Estas elevaciones singulares volvieron a cobrar importancia a finales del siglo XIX, cuando se tejió la red de vértices geodésicos que triangulaba el territorio; lo que permitió el alzado de la primera edición de los mapas topográficos a escala 1:50.000 del Instituto Geográfico Nacional, que arrancan de aquellas fechas.

En la cima de la Cabeza de Villaverde se enclava el Vértice Geodésico N.º 58320, formando parte de los más de once mil vértices repartidos por la Península, protegidos por ley desde el año 1975.

Vértice Geodésico Villaverde

Su nombre hace referencia al despoblado medieval de la Tierra de Segovia asentado en la vega del Tajuña, citado por Narciso del Nero en 1964, como uno de los cinco despoblados del término de Chinchón, junto con Heza, San Galindo (Monasterio), Casasola y San Juan.

Pascual Madoz lo menciona anteriormente en 1848, aludiendo a una ermita que existió en la vega del Tajuña perteneciente a la aldea de Villaverde, la más antigua de la zona.

Esta vega se dividía en cuatro trozos: Villaverde, Monasterio, Casasola y San Juan, con cuatro puentes sobre el río: Heza, San Galindo, Casasola y Molincaído; todos de madera excepto el último, de sillería, construido en 1846.

La vega de Villaverde constaba de cuatro molinos harineros, de los que aún se mantiene en pie alguno alejado de su función primitiva.

De Casasola nos resta un castillo; de Monasterio, una ermita; de San Juan, los restos de otra.

Hasta la llegada de Alfonso VI en 1085, tras la ocupación de Toledo, este territorio estaba ocupado por población mozárabe y beréber dedicada a la agricultura y ganadería.

Tanto Alfonso VI como los sucesivos monarcas, Alfonso VII y VIII, promovieron la repoblación cristiana con gente venida del norte, fundando Comunidades de Villa y Tierra a las que otorgaban sus Fueros, siendo regidas por un Concejo. Segovia y Ávila fueron a la cabeza de estas, seguidas por una hermana menor, Madrid, que se lanzaron a ocupar el territorio hasta la línea del Tajo según los avatares bélicos lo fueron permitiendo.

El área que nos ocupa fue repoblada desde 1088 por segovianos, llamados serranos en la época, y sus aldeas principales fueron San Martín, San Esteban, Alvende, Valdemoro, Bayona, Syete Pozuelos, San Antón, Chinchón, Valdelaguna, además de las ya citadas, Eza-Heza, San Galindo-Monasterio, San Juan, Casasola y Villaverde.  

Todas formarían parte del Sexmo de Valdemoro, conformado en 1208 tras la promulgación de varios privilegios reales de Alfonso VIII que segregan unas y otras aldeas para Segovia, Toledo, Alcalá de Henares, Madrid y la propia corona, repartido en quiñones, cuadrillas y dehesas, que perdurará hasta la formación del señorío de Chinchón en 1480 que dio lugar a ese Condado.

En esta fecha el Sexmo queda desmembrado, siendo entregado a Andrés Cabrera y Beatriz de Bobadilla, por la ayuda prestada a Isabel la Católica, con parte del Sexmo de Casarrubios más 1.200 vasallos.

El naciente señorío de Chinchón se compuso de veintiséis lugares, de los cuales, once han llegado a nuestros días; diez son de Madrid y sólo uno, Seseña, pertenece a Toledo.

Los madrileños son: Ciempozuelos, Chinchón, Gózquez de Abajo, Gózquez de Arriba, San Martín de la Vega, Pajares, Titulcia, Valdelaguna, Valdemoro y Villaconejos.

Los lugares despoblados fueron: Alvende, Casanueva, El Casar de San Antón, Casasola, Cuéllar, Espartinas, Eza, Gasio, Gutiérrez, San Galindo, Salinillas, San Juan, Valdeguerra, Vallequillas y Villaverde.

Del Sexmo de Casarrubios fueron segregadas estas aldeas: Serranillos, Moraleja la Mayor, Moraleja de Enmedio, Odón, La Veguilla, Brunete, Sacedón, Cien Vallejos, Tiracentenos, Puebla de Mari Martín, Zarzuela, Quijorna, La Cabeza y La Sagrilla.

Estas aldeas tuvieron un crecimiento desigual debido a las crisis económicas, con largos períodos de hambruna debido a las malas cosechas. Otras veces, a causa de las luchas concejiles contra el régimen señorial o por litigios entre las propias comunidades de Villa y Tierra. Las guerras o epidemias como la peste también tuvieron su parte, e igualmente los brotes de fiebres tercianas o cuartanas a resultas de una mala ubicación junto a humedales. El desplazamiento a lugares más prósperos o a aldeas de realengo, siempre que lo permitiera el señor del lugar, fue otra de las razones.

El despoblamiento de estos lugares benefició a otras aldeas que fueron creciendo gracias a las familias migrantes, como fue el caso de Getafe, Pinto, Valdemoro o Chinchón.

El topónimo “Villaverde” es bastante común, y además del pueblo, hoy distrito de Madrid, que antaño fuera cabecera del Sexmo de igual nombre (siglos XIII-XV), se repite también en una aldea situada en la ribera izquierda del Tajo, cerca del castillo de Alboer, frente a Villamanrique.

Observatorio republicano

Vamos ahora a tratar algunos de los restos históricos y culturales que encontramos desperdigados por estos pagos.

Así, por ejemplo, continuando por la M-311, un kilómetro más adelante, encontramos el cruce del arroyo de Valdepozas y unas canteras junto a unos hornos de yeso, representantes de una industria generalizada en la comarca hasta época reciente, aprovechando los terrenos calizos de esta región.

El autor americano Cecil Eby narra en su libro “Entre la bala y la mentira”, sobre los voluntarios norteamericanos en la guerra civil española, que antes de incorporarse al frente de Morata el día 15 de febrero de 1937, los camiones que trasladaban al Batallón Lincoln de la XV Brigada Internacional desde Chinchón pararon en una cantera donde probaron sus fusiles.

Eran los recién recibidos fusiles rusos Mosin-Nagant, cal.7.62x54R, que venían envueltos en grasa y papeles de periódicos mexicanos y rápido bautizaron los voluntarios como “mexicanskis”.

Bien pudo tratarse de esta cantera, de otra existente a la salida de Chinchón junto a la gasolinera, o de ambas. Dispararon un cargador y con esa mera instrucción partieron para el frente.

De aquel período son también los restos de dos observatorios militares en el plano de coronación de la Cabeza de Villaverde, mirando al norte y al oeste respectivamente, consistentes en dos obras de fábrica combinando ladrillo y hormigón enlazadas por varios tramos de trinchera. No existiendo documentación al respecto hay que pensar que fueron instalados por alguna de las unidades que componían el III Cuerpo de Ejército republicano que cubría este sector.

Este Cuerpo de Ejército lo formaban la 18 División con P.M. en La Fortuna junto Km 14 de la carretera de Valencia, la 13 División con P.M. en Morata de Tajuña y la 9 División con P.M. en Aranjuez.

También se ha podido observar sobre el plano superior del cerro la existencia de diversos anclajes de antena y una toma de tierra como si se hubiera instalado en aquel momento una estación de radio militar. Actualmente hay instalada una antena de telefonía móvil moderna.

Junto a esta carretera, M-311, hay un vallecillo a la izquierda tras pasar la salida a la urbanización de Valdemolinos, donde se aprecian los restos de un área campamental perteneciente a la línea de reservas que, además de los huecos y hundimientos dejados por las excavaciones de chabolas y abrigos conserva un refugio de hormigón y ladrillo con bóveda de cañón.

Refugio Plana Mayor campamento de Valdemolinos

Otro de los aspectos singulares de esta zona es la gran cantidad de chozos de piedra que conserva.

Ese rastro intemporal abarca desde los propios del pastoreo, chozos de pastor ubicados junto a las majadas y descansaderos de la trashumancia, hasta los chozos de guarda de campos y cultivos.

Durante los siglos XV-XVI fue común la figura de los Mesegueros, guardas de mieses de que disponía cada concejo aldeano cuando la mies estaba crecida, que multaban a las personas o animales que entraran en los cultivos.

Existieron también penas a la entrada de ánsares en cultivo y viña y a perros sin garabato, como al resto de ganadería.

Un Libro de Acuerdos del concejo madrileño (1493-1497), nos da también noticia de la existencia de guardas de campo, de monte, de panes, viñas y arboledas.

Los viñedos o majuelos y los olivares de esta zona requerían vigilancia, y estas construcciones ofrecían un firme resguardo frente a las inclemencias del tiempo además de servir de refugio de paso a caminantes.

Las construcciones a base de mampostería de piedra aprovechando a veces rebajes del terreno o pequeños abrigos rupestres o cuevas, son bastante sólidas y de ahí que hayan perdurado a pesar del paso del tiempo salvo las arrasadas por otros motivos. A veces disponen de un pequeño hogar con chimenea o hueco de salida de humos, y excepto las adosadas a los caminos, se enclavan en puntos con amplia visibilidad sobre el entorno.

Cerrillo de la Mirandilla

Junto al vértice aparece otro cerrillo cónico llamado de la Mirandilla (731 m). La Cañada de las Matas discurre entre ambos, vía pecuaria como otras tantas que circundan esta área dando nombre a parajes y partidas, como la Cañada de la Mora, la Cañada de Morata, la Cañada de Don Rubio, Cañada de Valvieja, etc.

Chozo de piedra frente la Mirandilla

Para terminar: Como comentábamos al principio, en el punto más alto de la Cabeza de Villaverde se alza el hito que señaliza el vértice geodésico, con las cotas constructivas de este tipo de elementos y la placa de advertencia sobre la protección legal del mismo en prevención de su conservación.

La fichas elaboradas a este respecto detallan las coordenadas geográficas del vértice y demás datos de localización y modo de acceso, a fin de mantenerlo en condiciones óptimas de uso, para la obtención de datos cartográficos.

Dada su especial ubicación en lugares muy singulares y con amplia visión del territorio de su entorno, su visita se hace imprescindible para entender la geografía de una región o área, e inclusive como interesante actividad excursionista.

Ficha oficial del Vértice Geodésico

2 comentarios en «La Cabeza de Villaverde (T.M. Chinchón)»

    1. Gracias, David.
      Muy oportuna tu observación.
      Creemos que al igual que en otras comunidades autonómicas se han preocupado por la conservación y protección de estos bienes culturales, no ha sucedido así en la nuestra.
      Observando las disposiciones de la interesante Ley 22/1974, publicada en el BOE 25.VII.1974, cuya lectura recomendamos por cuanto que aporta las disposiciones adoptadas para la protección de los restos de las vías pecuarias que tejieron la inmensa red del Honrado Concejo de la Mesta y su sucesora, la Asociación General de Ganaderos del Reino, comprobamos la nula alusión a los bienes inmuebles, como ranchos, esquileos, corrales o chozos, que también formaron parte de la infraestructura ganadera.
      Creemos que ante este vacío legislativo sería competencia de los propios municipios, tanto el reconocimiento de los bienes patrimoniales que integran su territorio como la conservación y defensa de estos, mediante disposiciones legales.
      Con carácter subsidiario, al igual que ocurrió con otros bienes etnológicos y culturales, la administración central o periférica podría intervenir en este caso, declarando Bienes de Interés Cultural estas construcciones, y dictando medidas de protección adecuadas.
      Muchos de los chozos de piedra se enclavan en antiguas cañadas que ya perdieron ese status, y en la actualidad son simples pistas o caminos rurales. Otras veces se sitúan en predios particulares, con un uso ligado al paso de ciclistas, senderistas o cazadores además de su utilidad primordial como refugio de pastores y agricultores.
      En cualquier caso, es responsabilidad de todos velar por su conservación, evitando cualquier actividad o acción que pudiera ocasionar su ruina.
      Al paso de esto, contemplamos que en el término municipal de Chinchón están catalogados cuatro abrevaderos-descansaderos: Valquejigoso, Valdelaspozas, Valdelazarza y Fuente del Valle.
      Además de la conocida Senda Galiana o Cañada de Merinas, se mantienen las coladas del Serranillo y del Puente de Tablas o del Quiñón, con el cordel de la Julia.
      En cuanto a veredas permanecen en el catálogo las siguientes: Valdelazarza, Cuesta del Gramoso, Rosario-Rostro Valquejigoso-Valladares, Molino Caído, Carcabilla-Mojón Alto, la Blanca y la Julia.
      El carácter de todas estas vías es demanial; es decir, son bienes de dominio público de uso común y libre acceso, por lo que recorrerlos es contribuir a su conservación y disfrute.
      Podemos seguir las rutas señalizadas por el municipio para ir descubriendo de paso las construcciones de piedra que festonean los caminos.
      Un cordial saludo.

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