Hace unos 10.000 años el clima nos deparará su último gran cambio. La glaciación, cuyo momento culminante presentó las temperaturas más bajas hace 18.000 años, da paso a un nuevo periodo templado que durará con variaciones hasta nuestros días. Estamos en el Paleolítico superior, a caballo entre el final de los tiempos pleistocenos y a punto de entrar en el Holoceno, o tiempos actuales.
Para entonces, la única especie no extinta de nuestro género será el H. sapiens, quien deberá encarar el cambio climático y adaptarse a las nuevas circunstancias, algo que en realidad nunca dejó de hacer. El retroceso de los hielos de la glaciación y la revolución en la forma de vida que tenían los humanos de entonces conformarán con gran exactitud el mundo que hoy conocemos.
Los cambios en el clima provocarán extinciones y migraciones de la fauna cuaternaria, desencadenando una crisis a gran escala en las costumbres de aquellos hombres que debieron adaptarse o seguir el curso natural de nuestra propia extinción.
Por su parte, la industria lítica dará su último giro antes de ser abandonada definitivamente por la humanidad, alcanzándose las técnicas y modos más avanzados de nuestra prehistoria. Será el modo técnico 5, el de la piedra pulida, el que vaya sustituyendo a los anteriores modos de percusión. Puedes verlos todos en nuestro **capítulo dedicado a la industria lítica.
Se van así sentando lentamente las bases de uno de los momentos más importantes de la humanidad: el inicio del Neolítico, o edad de piedra nueva, en contraposición al Paleolítico, o edad de piedra antigua.
Anteriormente se denominaba a este momento larevolución neolítica, término que puede resultar engañoso al inducir cierta idea de premura en los cambios. De hecho tales mutaciones acaecieron en las sociedades humanas de manera deslocalizada al principio, para vivir después un más o menos extenso periodo de adaptación que hemos denominado Mesolítico y que sería la verdadera antesala neolítica de la humanidad.
En la región de la Comunidad de Madrid los cambios neolíticos llegarían con cierto retraso y coincidiendo con una aparente despoblación, no sólo de nuestros valles, sino de toda la región. Esa crisis poblacional, cuyas causas, si existieron, se desconocen, se materializa en una escasez de restos durante el final del Paleolítico y comienzo del Neolítico. El testimonio de la **vivienda neolítica de La Deseada, en Rivas-Vaciamadrid, adquiere mayor importancia por esta realidad.
También en la región madrileña se da el hecho de que los cambios que trae el neolítico se introducen con gran rapidez, sin periodos de transición. Las nuevas técnicas vendrían pues con los viajeros y las nuevas redes comerciales, desde lugares donde ya se había completado el gran cambio.
El gran cambio neolítico
De cuando el hombre se vuelve «productor»
En cualquier caso, la región madrileña entra en el neolítico hace unos 7.400 años. El último representante de la estirpe homo comienza a influir sobre su entorno, manipulándolo según sus intereses, descubriendo paulatinamente como cultivar sus propios alimentos o domesticar y seleccionar especies para su cría y consumo.
Nuestras actuales especies de animales domésticas tienen su origen en otras salvajes que, justo en este momento fueron escogidas por nuestros antepasados en función de cualidades como su mansedumbre o precocidad sexual. Serán sus agriotipos silvestres.
Uros, muflones y jabalíes serían pues agriotipos de nuestras vacas, ovejas, cabras o cerdos actuales. Por su parte legumbres como lentejas, garbanzos o la cebada serían escogidos por el hombre durante este largo periodo de adaptación y descubrimientos, para ser cultivados en zonas donde el propio ser humano se encargara de su multiplicación y recogida.
El cambio no es baladí. El hombre deja de cazar y recolectar, es decir, de servirse de lo que la naturaleza le ofrecía, para pasar a ser productor de los artículos que precisa en cada momento, concepto inmensamente actual, no lo perdamos de vista.
El hombre transforma así sus costumbres espoleado por la crisis climática y ayudado por el cerebro más adaptable de la creación. Se establece en ciertos lugares y abandona el nomadismo, que ya no era necesario en la búsqueda de alimento. Aparece el hombre sedentario, con tiempo libre que le posibilita mejorar sus capacidades intelectuales y sociales. Crea viviendas estables y los primeros núcleos poblacionales de nuestra historia.
A partir de aquí, en la serie de capítulos que dedicamos al neolítico, analizaremos este importantísimo momento histórico a través de alguno de los yacimientos excavados y documentados en el valle de los ríos madrileños Manzanares y Jarama.
Lugares que forman parte de nuestra historia, como La Deseada de Rivas o el más antiguo taller de sílex neolítico de la península Ibérica: Casa Montero, en Vicálvaro, en el privilegiado interfluvio de estos ríos.
Y el hombre inventa la cerámica…
Veremos como el hombre inventa ahora la cerámica, clave en nuestra existencia y en la interpretación de cualquier resto humano que haya existido desde entonces. Común en nuestras vidas hasta la irrupción del plástico o del cristal, apareció durante el neolítico para almacenar los excedentes y cocinar los alimentos. Algo que enriquecería nuestra dieta pero que también la iría transformando en actos sociales cargados de simbolismo, en los que se asentaría la nueva élite neolítica que rompería con los estándares paleolíticos que ya hemos dejado atrás en nuestra exposición.
La cerámica es un material muy resistente y que es mucho más que barro cocido. El proceso del fuego le confería una resistencia tan alta que llegará en magníficas condiciones hasta la actualidad, siendo un formidable testimonio arqueológico al que además habría que dotarle de otras cualidades cuyos detalles aún nos aportarán mucha más información.
Detalles como el desgrasante usado (material mezclado con el barro para aligerar su peso), el proceso de cocción, el tratamiento de la superficie o la decoración con diversos motivos que trascendían su utilidad puramente práctica a otra simbólica, cada vez más presente en los restos neolíticos.
Será la cerámica, con sus diferentes cualidades, particular de cada lugar y costumbres, la que acompañe los diferentes cambios neolíticos que vengan desde el exterior, y que será traída por los nuevos comerciantes junto a las técnicas que cambiarán el mundo. Será la cerámica el mejor testigo de tales cambios, como veremos en los siguientes capítulos.
Capítulos sobre nuestra prehistoria que acabaremos hablando del pueblo carpetano, el que ocupó la actual región de Madrid, y que protagonizó la transición entre nuestra prehistoria y la Historia Antigua, de cuando Roma imponga una nueva y más poderosa cultura.