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La Edad Media y la ocupación árabe

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Bodegas de origen medieval en la Salmedina

En el año 711 los árabes atraviesan el Estrecho de Gibraltar (Djebel Tarik-Monte de Tarik), el Kalpe de los navegantes griegos, referencia del paso entre las Columnas de Hércules. La otra «columna» es el Djebel Muza, Punta Almina de Ceuta.

Según texto de A. García y Bellido, siempre hubo intentos aunque infructuosos, desde la Antigüedad, de que pueblos mourós, «oscuro» en griego, procedentes de Berbería, cruzaran el paso marítimo desde la provincia Tingitana. Los romanos llegaron a construir un muro de contención perimetral en torno a Tingis, similar a la muralla Adriana de Escocia.

Tras la derrota del ejército visigodo de Rodérico-Rodrigo en un lugar cercano a la Laguna de la Janda, cerca del río Guadalete; derrota auspiciada por la traición del Conde Julián, gobernador de Ceuta, y los hijos de Witiza, de la nobleza goda, que en mitad del combate se pasan al campo contrario; Tarik y Muza, adalides militares, terminan triunfando en su plan de expandirse más allá de Al-Magreb, hacia occidente, y se lanzan a la conquista del solar hispánico, alcanzando en ese mismo año lo que hoy constituye la región de Madrid. Al emir Muhammad I se debe la fundación un siglo después (852), del puesto militar, algo más que simple atalaya,  -castillo, hisn-, que nombran  Mayrit, las crónicas de su tiempo. Avanzadilla militar de Toledo, sobre la línea de atalayas de la Marca Media que vigilaban los caminos naturales de las riberas de los ríos hasta Somosierra y Guadarrama.

La conquista de la península no debió ser violenta y la resistencia goda, casta dominante sobre la población hispanorromana, fue en todo caso escasa o testimonial. Se sabe también que hubo algunos pactos, mediante los cuales y a cambio de sumisión o juramento de vasallaje, algunos nobles pudieron conservar propiedades y privilegios; siendo uno de los casos más conocidos el del conde visigodo Tudmir (Teodomiro) de Oriola (Orihuela). Los árabes ocuparon gradualmente las tierras mejores, dejando las marginales en manos de tribus bereberes u otros grupos de status inferior. Tolerantes con otras religiones, la cristiana y la judía, por su carácter monoteísta, permitieron que conservaran el culto y los ritos en tanto que no significaran una amenaza para el poder, como ocurrió cuando Ibn Hafsún  se levantó en Bobastro a la cabeza de la población mozárabe.

En general cada grupo religioso mantuvo sus pautas y vivió diferenciado del resto, teniendo su propia representación ante las autoridades tanto la aljama judía como el grupo mozárabe.

En el Norte peninsular quedó un reducido grupo de población hispana fuera del control musulmán, que a partir de la batalla de Covadonga, escaramuza acontecida entre los valles ovetenses, alcanzó un importante grado de autonomía y poder militar como para desencadenar una maniobra de recuperación paulatina de los territorios no ocupados por los árabes y de llegar a presentar batalla con sus huestes, generando los primeros e incipientes reinos y condados cristianos, e iniciando un largo proceso histórico que duró casi siete siglos y se conoce como Reconquista. Proceso que culmina con la rendición del Reino de Granada en 1492 por los Reyes Católicos, Isabel I de Castilla y Fernando V de Aragón.

La economía de los nuevos ocupantes se ajustó, al igual que la de los anteriores pueblos centroeuropeos que cruzaron el país, godos incluidos, a las estructuras heredadas del mundo romano, ciudades, villas, carreteras, explotaciones agrarias y mineras, etc. Infrautilizándolas en un primer momento, las obras públicas romanas acaban cayendo en un paulatino abandono hasta su desaparición o destrucción.

El desarrollo que luego se alcanza en la época de esplendor del Califato de Córdoba, corresponde a un estadio más tardío, cuando se desarrollan sistemas de huertas y regadío, crece el artesanado, y como resultado de una economía boyante, se cultivan las artes, las ciencias y las letras.

En nuestra región, bajo el dominio islámico, se desarrolla la vida en torno a alquerías en zonas cultivables de las riberas de los ríos, Guadarrama, Manzanares, Jarama, Tajuña, y a esos puestos «de frontera» que hemos citado, destacando las ciudades o poblados fortificados de Talamanca, Al Kalat de Abd el Salam, Alamin, Walmus, Recas(Canales), Buitrago, Calatalifa, además de la propia Mayrit.

Existe una rica toponimia, herencia  cultural del paso de los árabes por estas tierras, que unas veces procede de su lengua misma, sin evolución, y otras se deriva de acepciones del árabe evolucionado en contexto mozárabe, grupo que tuvo gran implante y ascendencia en el área toledana (Tulaytola), con sus modismos particulares.

A los mozárabes debemos más vocablos de lo que comúnmente se supone ya que fueron realmente un puente lingüístico y cultural entre las dos culturas. Mozárabe, significaría algo así como «medio árabe», población hispánica en el momento de la conquista que se queda a vivir entre los árabes, sin renunciar a su religión ni a sus ritos y costumbres.

Cuando la situación política era adversa y se desencadenaban persecuciones o represalias, estos grupos escapaban a zonas más tranquilas e inclusive a los reinos cristianos ya consolidados, hacia el Norte.

Aparece un rastro importante de estos grupos en nuestro entorno madrileño.

En cuanto a pobladores islámicos, la Arqueología Medieval proporciona cada día más datos al respecto. En las últimas excavaciones de Gózquez, a la par que se confirmaba la ascendencia originaria goda del poblado, se descubría que uno de los grupos invasores, de etnia beréber, lo había ocupado y obligado luego a su traslado en dirección a la vega del Jarama, en un entorno que hoy correspondería a lo que se llama Gózquez de Abajo, que en período medieval tras la reconquista cristiana se llamó Santisteban, Sant Steuan, aldea de repobladores serranos, de Segovia. 

Hay abierto un debate en la actualidad en torno a ciertos topónimos de origen árabe, que aún permanecen vivos en la cartografía moderna del entorno madrileño, como por ejemplo, Salmedina, que aparte de ser el hombre-bueno, el juez y mediador entre la población mozárabe, parece derivar también de Fash-al-madinat (Campo de la ciudad), la dehesa concejil que luego aparece nombrada en el Fuero Viejo de Madrid, tras la repoblación cristiana (1085). Ambos significados nos remontan a aquel momento histórico. Igual sucede con Vaciamadrid, posiblemente derivado de Fash-al-mayrit (Campo de Madrid) o quizás de Manzil-mayrit (Posada de Madrid, ventorro caminero de las afueras). Esta toponimia es una valiosa fuente de información histórica que aún no ha sido lo suficientemente estudiada.

El nombre de la Torre de Aben Crespín es otra de las alusiones directas. Linaje familiar árabe con nombre de cristiano. Los Banu o Beni Crispín.

Son innumerables los rastros toponímicos que denotan esa ocupación de siglos o la versión castellanizada o evolucionada de los mismos.

 

atalaya delberrueco en el jarama

Atalaya del Berrueco. Formaba parte del sistema defensivo del paso por el valle del Jarama. La estampa no debe ser muy distinta de las que se pudieron dar en el curso bajo del Manzanares de hace mil años.

El río Manzanares era entonces llamado Guadarrama, Wadi-r-ramla, o río de arena por sus características Terrazas fluviales., dándose igual nombre al río Guadarrama actual, hasta el siglo XVII, único que lo ha conservado. El sistema de torres-vigía o de oteo, llamadas atalayas, es una red pensada para transmitir mediante señales la aproximación de las huestes cristianas enemigas por los diversos los caminos que siguiendo los cursos fluviales permitían el paso entre las Submesetas Norte y Sur, vencidos los puertos de Summus Serrae, de Balatomé o de la Fonfría. Incursiones que normalmente servían para devastar campos y cultivos, derrocar castillos, tomar cautivos, amenazando la capital toledana y otras más al Sur, en la línea del Tajo.

Al menos dos atalayas vigilaron el río Manzanares: la Torre de Abén Crispín y la Torrecilla, por el Vado Arenoso. Sin embargo es seguro que se levantaron decenas de ellas en diferentes zonas para además vigilar el sistema productivo, torres de dehesa. En el Parque Lineal del Manzanares hemos detectado un largo rastro de toponimia también a este respecto, que luego perviven bajo dominación cristiana con otros nombres, como Torre Rubia, Torre Bermeja, según reflejan los documentos de época.

Tras la conquista cristiana, Madrid sigue conservando su importante posición en el sistema defensivo, pero esta vez a la inversa, como contención de las razzias y aceifas sarracenas. Madrid es una plaza militar a la que se va acercando la población buscando la seguridad tras sus murallas.

Junto a algunas atalayas se formaron también pequeñas aldeas que serán el germen de algunos concejos dependientes de Madrid, todos ellos paulatinamente desaparecidos ante los fenómenos de despoblación y concentración que acaecieron al final de la Edad Media, producidos por los procesos de señorialización en algunos casos y otros por las epidemias, fiebres tercianas y hambrunas periódicas que acababan con la población o la obligaban a desplazarse o a huir.

Es en este momento cuando se configura de alguna manera el territorio como actualmente lo conocemos, con sus límites, nombres y lugares.

El conflicto medieval entre madrileños y segovianos

La conquista cristiana de la Transierra conlleva la repoblación con segovianos y abulenses, llamados serranos, en los territorios que la Corona les otorga. Madrid, cual hermana menor, villa incipiente en ese momento, defiende su Tierra de intromisiones y usurpaciones. El conflicto exigió la intervención del rey Fernando III, con amojonamiento de tierras en persona, incluido, en 1239.

Hasta 1833, con la división en provincias que proyecta Javier de Burgos, no se configura la división provincial actual, y todo el sur madrileño pertenece a la Comunidad de Villa y Tierra de Segovia.

En el blog hemos ido describiendo los límites, la Raya medieval, entre ambas Comunidades y otros artículos sobre la Tierra de Madrid, así como el período medieval de nuestra historia madrileña.

Bibliografía

Testimonios del Madrid Medieval. Varios autores. Museo de San Isisdro.

Fuero Viejo de Madrid. Traducción por Agustín Gómez Iglesias. Ediciones La Librería.

«El territorio de Vallecas en la Edad Media» en Vallecas: Historia de un lugar de Madrid. Matilde Fernández Montes. Páginas, inicial: 51 final: 124 Fecha:2002. Editorial: Ayuntamiento de Madrid. Lugar de publicación: Madrid.

La tierra de Madrid en la época del Fuero (siglos XII y XIII). Ref. revista / Libro: Biblioteca de Estudios Madrileños XXV. Ciclo de conferencias: Jornadas sobre el Fuero de Madrid. Clave: CL Volumen: Páginas, inicial: 187 final: 215 Fecha: 2004. Editorial (si libro): Instituto de Estudios Madrileños CSIC Lugar de publicación: Madrid. Disponible en http://hdl.handle.net/10261/10706

Camineria y toponimia en el curso bajo del Manzanares. Grupo de Investigadores del Parque Lineal. PDF Internet.

La Tierra de Madrid en la época del Fuero (Siglos XII-XIII). Matilde Fernández Montes. PDF Internet.

Toponimia árabe matritense. Maria Jesús Rubiera Mat.

El Islam en la región madrileña. Juan Zozaya.

Historia de Villaverde. Flora López Marsa. Alicia Diez de Baldeón García. Ed. Ayto. de Madrid.

Villaverde, Historia del distrito. María Jesús Adán Poza. Ed. Ayuntamiento de Madrid.

Villaverde de Madrid. Justo Montero de Cruz. PDF Internet.

Guía breve de las fortificaciones medievales de la Comunidad de Madrid. Ed. Comunidad de Madrid.