El campo de Madrid árabe tendría, como ya hemos visto, una extensión de grandes dimensiones alrededor del río Manzanares y sus tributarios, así como posiblemente también de la margen derecha del Jarama, ya que la izquierda estaba más en la órbita de Alcalá de Henares y Talamanca del Jarama. Este hecho se ve apoyado por la singular localización de atalayas árabes, deducidas de la toponimia del lugar, y que debían defender un territorio de alto valor económico.
En el año 1.162 Fernando II ocupa Madrid. En el periodo cristiano el campo de la ciudad, la Salmedia en árabe romanizado, vería crecer en sus dominios la inseguridad y la violencia. Las relaciones de propiedad, que veremos en capítulo aparte, ahondaron en la inestabilidad de un lugar que tendió a desagregarse y privatizarse, pasando en buena medida a órdenes religiosas y a una nueva clase terrateniente, perdiendo así Madrid la mayor parte del común que el Rey le cediera tras la reconquista.
El campo de Madrid en la época cristiana
Los historiadores, a través de los antiguos textos sobre donaciones y ventas, han podido dibujar las zonas en las que se dividió el campo de la ciudad tras la conquista cristiana.
También podemos comprobar cómo Madrid pierde paulatinamente su alfoz, los territorios propios que le asigna la monarquía tras su conquista al musulmán. Así, la Heredad de Carrantona pasa a manos privadas y sufre distintas suertes entre donaciones y herencias, completamente fuera del control de Madrid. El Carrascal de Vallecas, por el contrario, resiste los nuevos tiempos y forma parte de los bienes propios del Concejo madrileño, del que arrienda la leña de sus encinares, hoy desgraciadamente perdidos. El Porcal, de nombre tan insultante para la cultura árabe es, además de bien propio, un bien común de todos los vecinos de Madrid, al igual que la Salmedina, reducto de lo que un día fue el campo de Madrid musulmán, y del cual conservó para siempre su origen árabe en su nombre: Fash al-Madina.
La Salmedina cristiana era, como decimos, un bien del común de los madrileños, que el Concejo no podía arrendar ni vender, y donde se garantizaba el libre acceso de animales y personas. Los vados y sotos del río eran el epicentro de la Salmedina, extendiéndose por ambas orillas del río y por encima de los cerros, ya que los textos del siglo XVII nos hablan de aprovechamientos de vegas y sotos además de caza y espiga de lo alto.
La fragmentación del campo de Madrid. Inestabilidad y pérdida del común
Pero esta desintegración tuvo un origen doble. Por un lado la inestabilidad originada por las frecuentes razziasárabes que llegaron hasta las mismísimas murallas de Madrid en varias ocasiones, saqueando e incendiando el campo de la ciudad hasta el año 1.197, en el que se produce el último ataque árabe.
Por otro lado, las propias luchas internas entre los cristianos, hicieron que los que tenían intereses contrarios al rey, incapaces de atacar una ciudad fuertemente defendida, asaltaban sus campos y sembraban el terror.
Estos actos de terrorismo racista se disfrazaron en ataques a la comunidad judía madrileña, a quienes el rey les arrendaba el cobro de tributos que él mismo percibía. Los vándalos no pertenecían a clases bajas o sectores desfavorecidos, sino a apellidos ilustres del linaje madrileño medieval. Ruy Sánchez, Vasco Mexía, Ruy García, entre otros, utilizaron a la población como ariete contra judíos, generando un clima de tensión y enfrentamiento social que les vino bien para atentar contra el rey y sus súbditos. Así, en 1.391 se asalta y se destruye la aljama, recinto extramuros al que estaban obligados a recluirse judíos y moros madrileños.
Este estado de inseguridad en las tierras del campo de Madrid debió hacer muy difícil su aprovechamiento productivo o incluso su colonización. Muchos propietarios se vieron obligados, o instados por el propio rey, a vender o donar sus propiedades a las órdenes religiosas que, por ese tiempo, estaban absolutamente militarizadas y garantizaban la defensa del territorio madrileño.
Importantes zonas del Parque Lineal del Manzanares fueron o son propiedad de órdenes religiosas, siendo los caballeros de la orden de Santiago los principales beneficiarios. Cabría citar entre otras la Aldehuela, donde aún hoy existen los restos de un monasterio trapense, o el conocido vado de Santiago el Verde, donde más tarde se instalara una ermita y luego la M-40, que acabó hace bien poco con este espacio.
La Salmedina cristiana vio reducida su extensión, pero conservó para los vecinos de Madrid los derechos de acceso, puesto que pertenecieron al común del Concejo madrileño los sotos y vados. Era lo que el Fuero antiguo de Madrid llamó ejidos y abrevaderos.
En el resto de territorios que pudieran pertenecer a manos privadas, los madrileños seguían conservando los derechos de acceso, concretamente una vez alzado el fruto, para aprovechar las rastrojeras y para limpiar y abonar los campos que deberían abastecer a Madrid en la siguiente temporada. Desgraciadamente las propiedades privadas fueron multiplicándose en un bien perteneciente al común, debido fundamentalmente a la buena rentabilidad de sus recursos naturales y cinegéticos.
Todos los agentes de la sociedad medieval salían beneficiados de estas relaciones, pero con el tiempo el sistema se fue pervirtiendo y los propietarios privados empezaron a estar disconformes con el libre acceso a sus campos durante los siglos XV y XVI. Poco a poco los intereses de los vecinos y de los propietarios empezaron a entrar en conflicto, por lo que se practican amojonamientos de las lindes privadas –ancestro de las actuales vallas en pleno Parque Lineal- evitando así definitivamente la entrada de ganado. A su vez se roturan zonas no cultivables, perdiéndose para el común y pasando a manos privadas paulatinamente.
En el siglo XVII el Soto de la Salmedina era ya un bien privado perteneciente al obispo de Astorga y los vecinos habían sido desalojados de su espacio y sus derechos medievales. La Comunidad de Villa y Tierra de Madrid se lo compra, para después seguir distintas suertes que veremos en este mismo capítulo.
Esta situación es a largo plazo la condena a la desaparición del campo de Madrid, el antepasado del Parque Lineal del Manzanares.
La Comunidad de Villa y Tierra de Madrid contra los caballeros segovianos
Tras la conquista cristiana del Mayrit árabe, los caballeros segovianos reclamaron el nuevo espacio arrebatado al musulmán. La ganadería extensiva y trashumante de la Comunidad de Ciudad y Tierra de Segovia vio con gran interés la transierra –pie de monte- madrileña, hasta el punto de colonizarla ante la impotencia de los caballeros de Madrid, inmersos en guerras propias y contra el árabe, en la zona inestable de la extremadura castellana.
El campo de Madrid, aunque abundante en diversos productos que abastecían la ciudad, se quedaba corto en aprovechamientos forestales que sí podría haber dado la sierra ahora en disputa con Segovia. Esto provocó intensos enfrentamientos que al final llegaron al rey Fernando III el Santo, quien en 1.239 reserva para sí este territorio que se conocerá como Real del Manzanares.
Con todo esto, es de suponer que el campo de la ciudad, hoy Parque Lineal del Manzanares, continuó abasteciendo a Madrid durante varios siglos más, pero no tanto desde la cuenca alta del Manzanares sino desde la cuenca baja, auténtico campo de Madrid.
La Salmedina en la época moderna, S. XVII, XIX y XX
En época más reciente la propiedad del Soto de la Salmedina fue un bien propio de Madrid, al menos hasta su venta, en el año 1.863. De él se arrendaban los pastos y la leña, así como el espacio para la cría de reses bravas. De hecho la empresa de la plaza de Madrid tenía una finca junto a la Novena Esclusa.
VENTA DEL SOTO DE SALMEDINA. Estrajudicialmente y á voluntad de su dueño se vende el Soto de Salmedina, en el término de Getafe.
La Correspondencia de España 1.863
Lindaba por el Norte con la linde de Vallecas, lo cual quiere decir que aún por entonces la Salmedina llegaba hasta los cerros, en lo que los textos del XIX nombran como Peñón de Salmedina, el actual vértice geodésico de la Salmedina, donde se encuentran los restos de un pie de muro de una pequeña atalaya probablemente de vigilancia de campos y ganados, pero que recuerda por su ubicación y forma a las atalayas árabes que en su día defendieron el campo de Madrid musulmán. Desgraciadamente sus hechuras no parecen lo suficientemente sólidas como para ser la gran atalaya militar de la Salmedina.
Quien quisiere hacer postura al arrendamiento del aprovechamiento de los pastos que produce el Soto de la Salmedina, propio de Madrid, en las dos temporadas de verano e invierno, situado dicho aprovechamiento en las divisiones siguientes: la primera entre el río Manzanares y la raya de la Aldegüela, propia del Real Monasterio del Escorial; la segunda división está entre el Soto del Canal y dicho río; y la tercera se halla entre el citado Canal y la raya ó mojonera que hay aciá la parte de Ballecas.
Diario de Madrid 1.806
Lindaba por el Sur con la Aldehuela, de propiedad religiosa (monasterio del Escorial) y de resonancias que evidencian su pasado musulmán y que a buen seguro formaba parte del antiguo campo de la ciudad, la Salmedina árabe.
Al Soto de la Salmedina también se le llamaba el del la Décima esclusa del Canal del Manzanares, lo que hace pensar que este era su núcleo central. De hecho, bien entrado ya el siglo XIX, la realidad de la Salmedina se subordina a la del Canal, que es el gran protagonista de la historia del Parque Lineal durante los siglos XVIII y XIX.
Tras el desastre de la experiencia que pretendió hacer de Madrid puerto de mar, los bienes del Canal se arriendan buscando una rentabilidad mal planificada. Después simplemente se subastan, seguramente por el fracaso de la primera opción, pasando a manos privadas. Buena parte de la Salmedina más cercana al Canal se pierde de nuevo para el común de los madrileños por enésima vez.
Arrendamiento de pastos.
Arrendamiento de los pastos pertenecientes al Canal del Manzanares.
[…]
8. Tierras de Pañuelo y Tarayal hasta el malecón que divide esta con el Soto de Salmedina.
9. Soto de Salmedina ó de la décima, con la mitad de los malecones de uno y otro lado del Canal en el décimo trozo, hasta el puente del Congosto.Diario de Madrid 1.842
Por el Este vemos que la Salmedina más moderna, la del Real Canal, linda con tierras de Pañuelo y Tarayal, un límite más exiguo que estaba entre la Novena y la Décima esclusa. Sin embargo, observando el plano parcelario de catastro nos muestra los cerros altos al norte de la Octava esclusa con el nombre de Salmedina Alta.
Al Oeste vemos que la Salmedina llega hasta el Congosto, donde se encuentra el puente sobre el Canal del mismo nombre, lindando con un paraje llamado Viana, muy cerca de Vaciamadrid y de Casa Eulogio.
PASTOS.- SE ARRIENDAN los del Soto de la Salmedina, frente á Vacia-Madrid, ó se admiten sueltas de ganado vacuno á real cabeza. También se arriendan los de un cuartel de rastrojera, en la posesión Casa de Eulogio. Informará el encargado.
La correspondencia de España 1.881
En la actualidad, las compras y ventas producidas en las partes más rentables de la antigua Salmedina árabe -la de los bosques y sotos en las márgenes del Manzanares- debieron fragmentar este territorio en unidades muy pequeñas que fueron perdiendo su nombre primitivo. Tan sólo una parcela se llama Salmedina, y está junto al Puente del Congosto, en la margen derecha del Manzanares.
Sin embargo, sobre los cerros la situación cambia. Allí se situaban las alturas de la antigua Salmedina y elCarrascal de Vallecas, de donde se obtenían importantes aprovechamientos forestales. El hecho de que no se nombren estos bosques tras la Edad Media, avalaría su temprana extinción, dejando unos amplísimos terrenos de escaso valor productivo –que no histórico ni medioambiental- muy similar a los que hoy podemos ver. Estos cerros sí han conservado su antiguo nombre, desde la Octava esclusa o Cañada Real Galiana, hasta El Congosto, en enormes parcelas que se asemejan a lo que un día fue la Salmedina.
Pero la tan temprana pérdida del valor productivo de estos cerros, provocada por la desaparición de sus bosques de coscoja y encina en la Edad Moderna, supuso también su actual condena, materializada en una desgraciada concepción de infraestructuras y escombreras para el Parque Lineal del Manzanares.
Así, en los primeros años del siglo XXI, el Ayuntamiento de Madrid decidió instalar una escombrera y una plata de reciclaje con incineradora en los cerros de la Salmedina, a pesar de que el paraje estaba en el Parque Regional del Sureste. Hablamos del Vertedero Municipal de Valdemingómez, también conocido como la planta de residuos de la Salmedina. Nombre propio que permanece como todo un símbolo que no ha podido doblegar el hombre contemporáneo con sus desafortunadas acciones.