Acabamos de completar una nueva edición de nuestra ruta por los restos del Real Canal del Manzanares. Llegamos así a la sexta edición, que hemos convocado el pasado Domingo sólo para nuestros socios. Como en otras ocasiones recorremos las instalaciones conservadas de esta infraestructura histórica que hiciera navegable el último tramo del río Manzanares, desde el puente de Toledo hasta Vaciamadrid.
Con la intención de introducir novedades en cada edición, en esta ocasión hemos aprovechado también para visitar alguna posición excelentemente conservada de la Guerra Civil Española.
Rivas-Vaciamadrid es el municipio madrileño que más infraestructuras conserva en buen estado, si bien ni éste ni otros municipios han iniciado labores de recuperación. Por este motivo elegimos como punto de partida la Escuela de Protección Civil en Rivas, junto al puente sobre el Manzanares de Casa Eulogio.
Llegar es muy sencillo y se pueden aparcar los coches.
El puente de las Cambroneras
La primera infraestructura que visitamos, el puente de las Cambroneras, no se ve. Sepultada por los sedimentos y erosión del arroyo de las Cambroneras, tan solo se puede ver su parte superior en el mejor de los casos. Se trataba de un pequeño acueducto con una alcantarilla por la que bajaba el pequeño arroyo hacia el río. Por su parte superior se planeó pasara el Canal, cosa que nunca debió hacer, como veremos.
Su nombre, un topónimo realmente cambiante, viene del matorral que puebla estas tierras yesosas, que no yesíferas, término que no existe en castellano. La aparente pobreza de este paisaje estepario es sólo eso, aparente, porque conserva una rica variedad de especies endémicas, adaptadas a estos terrenos salinos, yesosos. Son especies gipsófilas.
Decimos que el topónimo es variable porque el arroyo y la casa que antiguamente existía junto a él, se llamaban del “Onceno”. Y justo al lado se excavó en tiempo reciente un yacimiento sobre los cerros con una más que considerable ocupación, desde neolítica hasta musulmana y moderna. Es el yacimiento del Congosto. Éste debió ser un lugar muy concurrido por nuestros ancestros.
Las últimas lluvias llevaban crecido el arroyo del Congosto. Éste, al contrario que todos los demás, no es estacional, y todo el año trae aguas al Manzanares.
Es curioso como los caminos se heredan entre generaciones y épocas históricas. El camino que pisamos ahora fue el camino de sirga del Canal, pero mucho antes fue uno más del intrincado sistema de vías pecuarias, con una enorme y variada terminología. Éste fue el de la Colada de la Posesión, que iba de Vaciamadrid al puente del Congosto, nuestra próxima parada. Y el valle de este mismo arroyo marcaba antiguamente la vereda del Congosto, que atravesaba lo que hoy es el ignominioso centro de basuras que Madrid tiene en Valdemingómez, pero que antaño eran cerros de encina y coscoja. Venía de Vallecas.
Si estás interesado sobre esta época histórica puedes ampliar información en nuestros capítulos sobre el periodo musulmán madrileño.
Precisamente parece que el Canal llegó justo a este arroyo, donde se planearon devolver sus aguas al río aprovechando el camino abierto por este curso de agua.
El puente del Congosto
Precisamente si alguna infraestructura del Canal del Manzanares es especialmente llamativa es la del puente del Congosto. De nuevo se recurre al topónimo, puesto que desde Vallecas bajaba también la Colada del Congosto, llegando aquí para atravesar el río Manzanares por este punto, un amplio vado que se podía transitar a pié. El puente estaba estratégicamente colocado para pasar el Canal hacia el vado.
El puente del Congosto también era un pequeño acueducto, puesto que por abajo pasaría el Canal y por encima, de forma separada, el arroyo del mismo nombre y las personas y sus pertenencias y animales. Todo el conjunto se conserva en un sorprendente buen estado, pese a haber dejado de ser útil casi por completo. Nuestros caminos modernos son autovías, y estos tan antiguos descansan en un silencio casi absoluto.
Casas del Canal
Año tras año vemos como las Casas del Canal siguen una lenta muerte en forma de colapso o derribo de sus pocos muros en pié. En su día sirvieron para cobijar a los obreros de Fernando VII, que ordenó la ampliación hasta Vaciamadrid.
Antes dijimos que el Canal realmente no funcionó en el tramo que visitamos. Hemos averiguado que esto no es del todo cierto. Sabemos que por la construcción de una escondida presa en su cauce, el Canal del Manzanares fue navegable hasta esta casa.
Horno de yeso
El motivo de alargar el último tramo navegable no fue otro que el de rentabilizar sus maltrechas instalaciones, acercándolo al horno de yeso que aquí existe. Las Casas del Canal debieron servir entonces para otro cometido: el del maestro yesero, que debía vigilar la cocción durante días.
Décima Esclusa
Finalizamos ruta junto a la Décima Esclusa, que no deja de impresionarnos ante su buen estado. Nunca imaginas su tamaño hasta que te metes dentro de su vaso. Desde ese momento tienes claro que el proyecto de hacer navegable el río Manzanares fue enorme, de proporciones ciclópeas para las modestas sumas invertidas. Por eso, y por otras cosas, fracasó.
Para finalizar y aprovechando que éramos pocos, subimos a los cerros y visitamos las posiciones republicanas que debieron fortificarse tras la Batalla del Jarama. No en vano el propio Canal formó parte de la estructura defensiva republicana, con todos los gallipuentes de las esclusas preparados para su inmediata voladura.
Casamatas con nombres grabados, húmedas cuevas con las marcas de los camastros, trincheras, puestos de tirador y un innumerable elenco de restos que, otra vez, esta parte de nuestra geografía madrileña nos conserva sin pedir nada a cambio.
Disfrutemos de ello mientras sea así.
Excelente manera de conocer no solo parte de nuestra Comunidad, además parte de nuestra historia pasada y reciente.
Inmejorables las explicaciones de Ángel y Vicente.