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Los Campamentos del Jarama (I)

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CAMPAMENTOS – PLANO DE SITUACIÓN

Entre los numerosos restos que dejó tras de sí aquella batalla, aún a pesar del tiempo transcurrido y del laboreo intensivo practicado en estos campos que ha ido acabando con la mitad de ellos, queremos destacar la pervivencia de algunas áreas campamentales.

Al abrigo de cortados y barrancos, a retaguardia de las primeras posiciones, hoy encontramos zonas campamentales entre las llamadas Líneas de reservas, de ambas fuerzas.

Las líneas del frente: Línea de obstáculos, de resistencia, de sostenes y de reservas

Hemos dejado atrás la Línea de obstáculos, casi invisible hoy en día, pues las alambradas y caballos de Frisia han desaparecido, pudiendo aún perdurar algún tramo de zanjas anticarro, algunos piquetes de alambrada sueltos, etc.

Hemos rebasado también la Línea de resistencia, con su laberinto de trincheras, sus puestos de tirador, sus nidos de ametralladora de hormigón o simplemente excavados en tierra, sus refugios y vivaques a cubierto.

Avanzando a retaguardia topamos con la Línea de sostenes, puntos críticos donde se emplazaban posiciones de detención y contraataque, con nuevas obras de hormigón, nuevos puestos de escuadra.

Al final de todo este dispositivo, en zona no batida y a varios kilómetros a retaguardia, alcanzamos la zona campamental, la Línea de reservas. El ámbito donde las Compañías descansaban durante los relevos quincenales, siempre prestas a acudir a primera línea si eran convocadas, pero de momento alejadas de la tensión permanente de los disparos y morterazos del frente.

En estos campamentos se desarrolló una peculiar urbanística, dotándolos en primer lugar de vías de acceso para su aprovisionamiento o evacuación, y de fuentes o albercas de abastecimiento de agua, así como de estancias amplias de comedor y almacenaje entre el resto de las construcciones auxiliares y vivaques.

A espaldas del Vértice Pajares encontramos dos de ellos, en zona nacionalista. Se hallan ocultos en sendos barrancos, entre la vegetación de monte bajo, coscojos y encinillas, dispuestos escalonadamente sobre el terreno, con un profuso despliegue de cuevas y refugios protegidos tras gruesos muros de mampostería. El edificio principal, en uno de ellos, tiene más de 18.00 metros de largo por 6.00 metros de ancho. Suponemos que albergaba un comedor o cantina.

Las pistas de acceso que se crearon, aún reconocibles en la actualidad, duermen semiocultas entre los matorrales, así como los pontones de paso que se construyeron para salvar barrancas o cursos de manantiales.

Los puestos de control y escucha se levantan a la entrada en alerta permanente. No solo podía aproximarse el enemigo, también se producían deserciones.

El abastecimiento de agua en el Jarama fue un serio problema desde el inicio de la batalla. Por eso a veces aparecen balsas o albercas construidas en torno a estos campamentos, ya fuera para almacenarla a partir de fuentes o regatos, ya fuera para guardar un remanente, alimentada con carricubas o camiones-cisterna.

En el entorno de la Casa de Vallequillas, existían dos manantiales de aguas minero-medicinales sulfatadas. Ambos explotados desde finales del s.XIX y principios del s.XX, el llamado del Barranco de las Amargas (SNa) y el del Monte de Vallequillas (SCa). Existe del primero de ellos, una casa con mina de captación y embalse de aguas. Del segundo se conserva una fuente junto a la Casa del Guarda de Vallequillas.

Esta fuente, recuperada por los soldados, conserva un epígrafe medio borrado, aludiendo a la 17 DIV y a su restauración.

CAMPAMENTO 1 – PAJARES

La numeración que hacemos es convencional, conforme al orden de descubrimiento de este campamento y de otro situado 500 metros más al norte.

Tanto el Campamento 1 como el Campamento 2, se sitúan en barrancos muy cerrados del Monte de Pajares, orientados a poniente, a ambos lados del decimonónico Camino de la Casa de Ventura (1871).

Esta casa se llama en la actualidad Finca de Los Ángeles, ubicada a 700 metros del puente ferroviario del Pindoque. El Camino de la Casa de Ventura, de traza rectilínea, conecta con el Vértice Pajares. Fue el eje de la carga a caballo del Capt.Millana, el día 11 de febrero a las 10.00 de la mañana, seguido de cerca por la 1ª Bandera legionaria y el Tábor Ifni-Sahara en maniobra envolvente, culminando con la toma de Vértice Pajares (696m) y el asentamiento del P.M. del Col.Barrón en la Casa del Guarda, a las 15.00 horas de esa jornada.

Desde el cruce de este camino con la carretera M-506 actual,  -anterior pista de guerra-, se abre en dirección SE el Camino de Vallequillas, también pista de guerra, que garantizaba la conexión del puente del Pindoque con la Casa de Vallequillas, «Casa Blanca», Puesto de mando del Col.Sáenz de Buruaga durante la batalla.

Este camino pasaba junto a la Casa del Herrero y el Barranco anexo de igual nombre, de donde parte otra pista de guerra que conectaba con el Campamento 1, bordeando un cerrillo (cota 612) y salvando un barranco mediante un pontón. A la izquierda observamos un nido de control de acceso. Ascendiendo la pista ya semicubierta por la tupida vegetación de carrascas y retamas alcanzamos las primeras construcciones.

Sorprende la solidez y dimensiones de uno de las primeras que encontramos. De planta rectangular (18.50 x 6.00 m2) y apoyada contra el talud rebajado del terreno, sus muros de mampostería caliza tienen 55 cm de espesor, y su altura es de 2.50 metros.

El reparto interior en dos estancias, una menor con un amplio ventanal, y otra mayor con tres ventanales similares, nos hace suponer que se trataba de una edificación para cantina-comedor mixta, de oficiales y tropa. Dos edificaciones menores adosadas a ésta, se asemejan a los almacenes o cocinas.

Vemos en el entorno conjuntos de refugios excavados en el terreno, muchas veces protegidos por avances de muros de mampostería a modo de vestíbulo o zaguán. Antesala de estar, previa a la cavidad excavada bajo tierra donde dormir protegido. Esta es la estructura elemental de la eufemística «chabola»,  término usado durante la guerra, que era excavada normalmente por cada par de soldados o grupo de soldados, según tamaño de la cueva.

Hay otras edificaciones con sólidos muros, posiblemente dedicados a oficinas o despachos. Todos disponen de refugios anexos. De hecho fueron bombardeados en bastantes ocasiones a pesar de lo recóndito del paraje. Restos de lajas de proyectiles artilleros y de bombas de aviación dispersos por el terreno lo atestiguan.

Llama la atención, la existencia en uno de los lugares más elevados, de una especie de mirador con bancos, orientado hacia poniente, contemplando la luz de atardecer.

Las maravillosas puestas de sol posiblemente iluminaron por un instante muchas de aquellas vidas en precariedad, con lo esencial, expuestas de continuo a un trágico final.

En conjunto es sorprendente la cantidad de restos arquitectónicos que se encuentran dispersos en este pequeño valle y aledaños.

Podemos evaluar en unos 150 metros la zona de dispersión de restos y longitud total del ámbito castrense.

No existe un solo manantial, salvo el regato que formaran las lluvias estacionales. Hubieron de abastecerse a diario mediante camiones cisterna venidos desde San Martín de la Vega. O bien, fueron suministrados desde la Fuente de la Casa del Alto de Vallequillas, situada a no menos de 2 kilómetros de este punto.

¿Qué fuerzas acamparon aquí?

Normalmente, una o dos compañías, aunque se podría evaluar la capacidad en cada caso concreto, por los restos de habitáculo encontrados y cuevas existentes.

Desde el final de la batalla, pasado el mes de febrero de 1937, se encomienda a la 17 División nacionalista, del 1er. Cuerpo de Ejército, cubrir el sector entre Cabeza de Puente del Jarama -donde nos encontramos- y Bórox, con P.M. en Pinto.

Esta Línea de reservas se halla a espaldas de las posiciones alcanzadas por el Col.Barrón-Brigada III, que posteriormente  pasaron a denominarse Centro de Resistencia IX Porcal-Pajares.

Las posiciones denominadas Valdeperdices Pral., nº.1, nº.2 y nº.3, y Pajares, se extendían entre las estribaciones al norte del Monte Pajares, Cerro de los Guisos, Cerro Hornillos, Valdeparaíso, Valdeoliva, Loma Divisoria y Alto del Moro-Casa de la Radio.

En diciembre de 1938, a tres meses de acabar la guerra, se formaron tres Agrupaciones con un total de 7 Batallones Infantería, 1 Bandera Legión, 2 Banderas Falange y 2 Tabores (unidades equivalentes en composición numérica). En teoría, 6.000 soldados para cubrir un frente de 45 kilómetros, aproximadamente. Un tercio de ellos acampó aquí, guardando ciclos de permanente rotación.

En este entorno también se hallaron desplegadas las baterías de apoyo del 13º Ligero-cañones 65mm y de la Agrup.Ceuta-obuses 105mm (sept.38), según datos recogidos en cartografías militares.

CAMPAMENTO 2 – PAJARES

PLANO DE SITUACIÓN CAMPAMENTOS 1-2 PAJARES

En otro profundo y escarpado barranco situado a 500 metros al norte del anterior, encontramos un segundo campamento, también a la zaga del camino del cordal de crestas occidental del  Monte Pajares.

De características muy similares, en este caso el edificio principal se encuentra a la izquierda de la entrada, y en la zona más elevada del monte, también a la izquierda, se aprovechan unas excavaciones de antiguas canteras donde se alzan algunos muros de gruesa mampostería.

Las conexiones con el entorno se dan igualmente, a través del Camino de la Casa de Ventura con el Puente del Pindoque, y ascendiendo hasta el cordal, al páramo de Pajares y prolongación del Camino ya citado hasta la M-311 (Km 3+000) pasando por el complejo agropecuario hoy denominado Monte Pajares.

Atravesada la carretera y tomando la pista que lleva a Valdecorzas, las tropas subirían a cubrir posiciones por el Barranco de la Fuente de la Becerra hasta los islotes de resistencia de la Loma Divisoria.

Por la actual M-506, pista de guerra por aquel entonces, se abastecía al resto de los islotes hasta Valdeoliva y Valdeparaíso.

CAMPAMENTOS DE LA CASA DE VALLEQUILLAS Y DE LA CANTERA DE YESO

Junto a la Casa del Alto de Vallequillas, una de las «Casas Blancas» de las crónicas de la batalla, donde el Col.Sáenz de Buruaga instaló su Puesto de mando, existe un área menor campamental, en un barranquillo junto al Barranco de la Boca de la Zorra y la Casa del Guarda, al igual que otra existente en la cantera de yeso ubicada en zona más elevada, a unos 500 metros hacia el Este.

Junto al grupo de edificaciones de Casa del Guarda de la finca, hay una fuente en la que aún se conservan dos inscripciones hechas sobre el cemento fresco:

En la primera pone «DIVISIÓN Nº 17 – 1ª BRIGADA«.

La segunda es apenas legible pues se le hizo un revocado de cemento para tapar algunas grietas.

Estas aguas procedían del manantial de aguas citado al principio, que aparece en la Relación de manantiales minero-medicinales de la Comunidad de Madrid.

La pista salva el barranco pocos metros más arriba mediante un pontón construido con perfiles laminados de acero en los que puede advertirse la huella de algún disparo de munición de fusil. Conectaría a su vez con los campamentos de Pajares siguiendo las estribaciones del monte, en tanto que desde la Casa de Vallequillas sigue un camino ascendente a la meseta del Megial y los olivares. A finales del s.XIX el camino se llamaba de la Cueva del Arrope.

Este complejo agropecuario que inclusive consta de capilla-ermita, data de aquella época, cuando se desamortizan muchas de estas fincas, no figurando aún las construcciones en los levantes topográficos de 1871.

Hay que recordar que el despoblado segoviano de Vallequillas data al menos  de la repoblación de 1085, y que su nombre podría derivar, al igual que Vallecas, de un fitónimo: Balluecas-Campos de avenas locas, malas hierbas que crecen entre los sembrados de cereales, trigo y cebada.

Dentro de las posibles interpretaciones del topónimo que nos ofrece Matilde Fdez. Montes en su Historia de Vallecas (2001), esta nos parece más ajustada a la sociedad esencialmente agraria y ganadera de la Baja Edad Media. Fitónimos del entorno son también Pajares, Arganda, Calamuecos, Garabitas, Perales, etc.

Curiosamente, un documento fechado en 1302 del Concejo de Segovia demarca el lindero de las cuadrillas de San Martín, Vallecas (sic) y Ribacorza, ya que eran territorios dependientes del Sexmo segoviano de Valdemoro.

Vemos por tanto, que en Tierra de Segovia, la Vallequillas actual recibía el nombre de Vallecas, al igual que el Sexmo madrileño de igual nombre, en Tierra de Madrid; lo que denota la existencia de alguna característica física común entre ambos territorios.

El Sexmo madrileño de Vallecas llegaba hasta los despoblados de El Porcal y Cuelgamures, colindantes con los despoblados segovianos de Alvende, Pajares y Vallequillas.

En cuanto al campamento de la Cantera de Yeso, aún puede observase en el lugar el aprovechamiento de las oquedades de extracción y la apertura de otras nuevas, así como la construcción de algunos muros de cerramiento envolviendo el recinto para mayor seguridad del campamento.

Debió utilizarse en el primer momento de la ofensiva a falta de otras opciones, para resguardo de las fuerzas atacantes entre los días 12 y y 15, por un suponer. Solo la excavación arqueológica de estos lugares podrá proporcionar en un futuro datos más fiables de su ocupación y posterior abandono, más allá de la mera prospección visual.

El estado bastante pulverulento de este mineral debió hacer poco agradable la estancia a los acampados que debían respirar el fino polvo blanco que se levantaba a cada pisada además de embadurnar equipos, calzado y ropa.

Las lluvias de febrero y los subsiguientes encharcamientos y humedades debieron hacer más molestos aún estos efectos.

El principal valor de éste área era su casi inmediatez a la arista de la meseta de olivares, los días que se disputaba el terreno sobre el Megial y La Solana, camino de la Casa de la Radio.

Muy cerca de este último enclave, se aprovecharon como vivaques otras canteras aún visibles, en el preámbulo de los ataques entre el 15 y 17 de febrero.

La conexión de estos campamentos y Puesto de mando con retaguardia era más factible a través del antiguo Puente de San Martín, que hoy vemos destruido por las riadas de 1947, distante como a media legua.

CAMPAMENTO DE LAS AMARGAS

A este área campamental, de forma alargada y paralela por el lado derecho a la carretera M-302 de San Martín a Morata, entre los kilómetros 1+000 y 2+000, vamos a darle de partida el nombre convencional de Las Amargas, ya que se encuentra frente al balneario de estas aguas.

Como ya se ha expuesto, de los dos manatiales de aguas minero-medicinales de la zona, en este se construyeron unos edificios sobre la mina de captación de las aguas de sulfato sódico, y próximo también un sistema hidraúlico de represas y canales de reconducción.

De esta extensa área ya hace mención desde el inicio de la batalla el Tte.Col. Gregorio López Muñiz, cuando formaba parte del E.M. del Gral.Varela, en su obra «La Batalla de Madrid», 1943, Ed.Gloria.

En un  apartado donde ubica los Puestos de mando, citando en primer lugar el del Gral.Orgaz en Casa de Gózquez, el del Gral.Varela en un hotelito de la Marañosa, el del Col.Barrón en una cumbre inmediata al Vértice Pajares (Casa del Guarda), el del Col.Sáenz de Buruaga en la Casa de Vallequillas, explica que el Tte.Col.Asensio Fdez. Cienfuegos, jefe del 7ºRgto., integrado en la IV Brigada (Col.Asensio Cabanillas), avanzando por la carretera de San Martín a Morata, instaló en una curva de la misma su puesto de mando, apenas protegido bajo una loma, en una zanja cubierta con techado de rollizos y capa de tierra, mientras su Plana Mayor y personal de transmisiones se guarecían alrededor en agujeros o chabolas similares.

(En otro pasaje de la obra evoca también que el Col.Asensio se instaló en la Peña de Romo, y cómo el general Varela a bordo de un carro Panzer I ascendía por el difícil camino del Barranco de la Marañosa, para acompañarle durante los duros combates de defensa del macizo del Pingarrón)

Volviendo al campamento; las fuerzas del 7ºRgto. las componían dos Tabores de Tetuán y un Bón. del Tenerife 38. Además se emplazó en las proximidades la 5ªBatería del 2ºRgto. de Montaña Vitoria, con obuses Schneider de 105mm.

Esta batería, que pertenecía a la V Brigada del Col.García Escámez, fue la que batió el día 27 a la 1ªBM, en el ataque de Líster a Casa de las Minas y Puente de San Martín.

El campamento se compone de un conjunto de construcciones de mampostería, vivaques excavados en los desmontes y refugios subterráneos, repartidos por la franja rectangular paralela a la carretera y el ensanche final en la parte más alta, donde aún se advierte una antigua traza de la carretera y restos de alguna fortificación de hormigón semienterrada.

Ubicado al comienzo de un entramado caminero, se conectaba a poniente con el camino al Puente de San Martín y la Pista de guerra que se abrió al pie de los cantiles hasta la Vega del Pingarrón, donde aún se conserva un edificio de P.M. de ladrillo y hormigón y otros refugios y abrigos del área campamental allí establecido.

Por el lado de levante, abriéndose en abanico hacia la línea del sector del Frente Senda Galiana-Vereda de la Jara, salen cuatro pistas,  denominadas:

Camino de las Amargas, Carretera de San Martín a Morata, Camino del Barranco del Horcajo y Camino Viejo de Chinchón.

Todos ellos facilitaban el suministro de tropas y material de campaña a primera línea, creándose además otra pista de guerra entre el Camino Viejo de Chinchón y el Carril pecuario de los Cuencos, que incluía un pontón de obra de fábrica, para conexión con el campamento de la Colina del Suicidio, que conserva un epígrafe legible de la unidad del Cuerpo de Ingenieros que lo construyó.

CAMINERÍA HISTÓRICA DE SAN MARTÍN DE LA VEGA

CAMPAMENTO DE LA COLINA DEL SUICIDIO

Vamos a darle este nombre por ubicarse en una hondonada al pie de la Colina del Suicidio y el Cerro Cónico, donde acontecieron los combates del día 12 y 13 de febrero, entre fuerzas indígenas de Regulares y el batallón inglés de la XV BI, de los que se conserva un memorial dedicado al Capt. Kit Conway y las ruinas de la Casa Blanca.

Este campamento, que se ubica en Línea de reservas, debió pasar por muchas vicisitudes desde el momento mismo de la batalla hasta las fases posteriores y final de la guerra. Existen varios edificios de mampostería y numerosos refugios y vivaques excavados entre el Carril de los Cuencos y la vaguada que desciende por el flanco derecho de la carretera de San Martín a Morata.

Existe también una alberca o depósito de agua de la época, aprovechando algún manadero de agua o posiblemente para ser recargada con cisternas, dada la escasez de abastecimiento de agua de este  frente. En el territorio se han detectado dispersos varios elementos de obra de fábrica similares.

En la coronación del cerro de la Suicide Hill se despliega mirando hacia las Casas Pingarronas una trinchera nacionalista con sus refugios y nidos excavados, en este contexto de Línea de Sostenes; previniendo un rebase enemigo de la Senda Galiana siguiendo como eje de ataque el Camino Viejo de Chinchón.

CAMPAMENTO DE LA CUESTA DEL ASCENSOR

Como se ha dicho, el rastro dejado por las zonas campamentales en el Jarama es muy denso.

Tanto de los campamentos del ejército republicano como del ejército nacionalista.

Este artículo se dedica específicamente a los segundos, y por citar alguno más, al otro lado del río, vamos a hablar del Campamento de la Cuesta del Ascensor.

Entre el Pico del Pañuelo (623m) y la Presa del Rey se abre en la actualidad el Barranco de la Mina junto a la llamada Cuesta del Ascensor.

En tal contexto de pronunciada pendiente se encuentra este campamento, construido según un modelo similar a los dos campamentos de Pajares, a base de edificaciones de mampostería, a veces con añadidos de ladrillo, y con cubiertas de teja o uralita.

Hemos de suponer que las obras principales se ejecutaban mediante compañías de zapadores, en colaboración con la demás tropa de las compañías asentadas.

Las mejoras y remociones las iba practicando la propia tropa acampada en los sucesivos ciclos de descanso.

En esta zona el agua de los pozos era salobre y el agua del río bajaba contaminada por los vertidos de Madrid y demás poblaciones de las cuencas.

Desde Getafe y Pinto se hacían diariamente las aguadas y en algún caso se mantendrían cisternas o balsas de reserva para usos generales.

El único acceso a retaguardia solo era posible a través de la pista que se trazó desde el poblado de la Marañosa por la vertiente meridional del Monte del Fraile, paralelo a las crestas.

O descendiendo por el barranco hasta la ribera del Jarama,  para seguir la pista a pie de los cantiles, pasando por la Casa del Pozo y Casa de Compuertas, hasta La Boyeriza (Enlace con Poblado Marañosa por Camino Viejo de Chinchón) y Casa Gózquez (Enlace con Pinto por Camino Viejo de Pinto).

Aquí rotaban las unidades que cubrían el Espolón de Vaciamadrid, la Posición Isla y el sector del Porcal. (Centro de Resistencia VIII).

Pasada la batalla y hasta el final de la guerra, este sector fue asignado a 18 DIV, y entre otras fuerzas acogió a la Bandera de Falange de Marruecos y sendos batallones de los Rgtos. América nº 23 y Ceriñola nº 6.

ALGUNAS CONCLUSIONES

Todos estos ejemplos y otros más existentes en la zona, son un claro ejemplo de la supervivencia de unas estructuras históricas de enorme interés que en menos de dos décadas cumplirán un siglo y merecerían un estudio arqueológico y documental, antes de que desaparezcan; e inclusive, en algunos casos concretos, por lo significativo de los restos, su  protección y conservación.

Constituyen un claro modelo de la capacidad humana para la adaptación al medio, afrontando la adversidad y lo azaroso de la existencia en mitad de una guerra.

Se localizan normalmente en entornos agrestes, nada cómodos, pues su ubicación venía marcada por las reglas de la guerra, eligiéndose cuando era posible parajes protegidos, a resguardo de la localización aérea o artillera, con disponibilidad de vías de evacuación y aprovisionamiento, a distancias que permitieran la rápida movilización de estas reservas en el caso de ataques u ofensivas.

El contingente acampado vivía no obstante acuartelado, reponiéndose de la dureza de la vida de primera línea en las trincheras, recuperándose en sueño, alimentación o salud, y sobre todo, olvidándose del permanente estado de vigilancia o alerta y del riesgo diario de ser hecho prisionero, o caer herido o muerto.

Como el más elemental asentamiento humano, los campamentos comprendían desde áreas de estancias para descansar y dormir, individuales o colectivas, -como abrigos, cuevas o vivaques-, hasta ámbitos de ocio y distracción, -como cantinas y comedores-, además de los institucionales, dedicados a oficinas, despachos, enfermerías, capillas, lavaderos, letrinas, almacenes, refugios colectivos; todo ello a escala y medida de una ciudad rupestre.

Se bebía, se fumaba, se conversaba, se jugaba a las damas o a la baraja, se practicaba la puntería, se remendaba ropa e indumentaria, se escribía a la novia o a casa, e inclusive, el personal en general se despiojaba.

La incidencia del tifus y la disentería entre los combatientes era tremenda, pues a la escasez de agua potable se unía la acción de los ácaros, piojos y pulgas, transmisores de enfermedades. La sarna era otra de las afecciones frecuentes debido a la ausencia de instalaciones adecuadas para el aseo diario, en aquellas condiciones de vida bajo mínimos.

Los arroyos contaminados y las charcas eran muchas veces el único medio de mantener una mínima higiene corporal y a la vez, caldo de cultivo de más enfermedades.

Pero esta aparentemente vida distendida y regalada de campamento en la reserva duraba bien poco; pronto tocaba a su fin y había que partir a dar el relevo a las compañías de vanguardia, cuando no, hacia nuevas ofensivas de otros frentes.

En cualquier caso, estos fueron espacios históricos cuyo estudio y memoria se debería preservar y transmitir, para una mejor compresión y búsqueda de entendimiento entre los seres humanos, superando las diferencias que condujeron a la grave confrontación que posibilitó la existencia de estos restos que hoy contemplamos.

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