El pasado 14 de octubre de 2012 la Asociación del Grupo de Investigadores del Parque Lineal del Manzanares (GIPL) y la Asociación Cultural TAMBYEN 68 de Rivas Vaciamadrid, convocamos de manera particular para nuestros socios la cuarta marcha senderista por parte de los restos del Real Canal del Manzanares.
Partiendo de Rivas, y caminando por el camino de sirga del canal -el camino que discurre parcialmente coincidente con aquel que diera servicio a la navegación que aquí tuvo lugar- un nutrido grupo de excursionistas nos adentramos en la rica historia que encierra el Parque Lineal del Manzanares.
Para ello no dudamos en atravesar las permeables fronteras que separan los municipios del Parque. Caminamos de Rivas a Getafe, e incluso pusimos los pies en tierras de Vallecas, serpenteando constantemente con otras tramas que la historia tejió en estas tierras.
Esta es la breve crónica y las imágenes del cuarto encuentro junto al Real Canal del Manzanares.
Las instalaciones mejor conservadas del Canal del Manzanares
Nuestro recorrido, idéntico al de la pasada edición, circula por los restos en mejor estado del canal. A excepción de la Casa de la Cuarta Esclusa, muy cerca de VillaVerde Bajo, la presión de la gran urbe madrileña y sus infraestructuras han afectado gravemente a los restos del canal que se encuentran dentro del municipio de Madrid. De nada parece haber servido la protección de la que éste yacimiento goza aquí en el PGOUM.
Por el contrario, cuando el canal abandona Madrid se interna en el Parque Regional del Sureste, donde los posibles intereses que pudieran existir sobre el territorio, limitados por una legislación más exigente, se reducen a la existencia de propiedades privadas que en la mayoría de casos ocupan y reutilizan los restos arqueológicos.
Son los herederos de aquellos que en la segunda mitad del siglo XIX acudieran a las distintas subastas en las que la Corona se deshizo finalmente de todas sus propiedades en el Real Canal del Manzanares.
Evidentemente no todas las infraestructuras han resistido el paso de los siglos, pero aquellas reutilizadas en un uso medianamente compatible al que tuvieran originalmente, han llegado en mejor o peor estado ante nuestros ojos. Tal vez no sea ésta la mejor manera de conservar el Patrimonio, muchas veces destructiva, pero desde luego parece algo mejor que lo visto hasta la fecha en la parte más alta del canal, en Madrid capital.
Los restos del canal en la ruta
Esta Cuarta edición de nuestro recorrido por el Real Canal del Manzanares discurre por el final de esta instalación de navegación interior. Como decimos, el tramo con los restos mejor conservados.
Saliendo del punto de nuestra toponimia conocido como Casa Eulogio, hemos dejado atrás el puente-acueducto de Los Migueles. Elegimos por lo tanto, como primer lugar de nuestro recorrido el puente de Las Cambroneras, que permanece oculto en su mayor parte.
Desde allí, como si de un Vía Crucis se tratara, vamos pasando por los restos más destacables que dejara el Canal del Manzanares, en una auténtica historia de pasión no exenta de dolor.
Con un suministro de agua mínimo -en algunos casos ridículo- los ingenieros del empresario Pedro Martinengo primero, y los de Carlos III y Fernando VII después, se toparon con la realidad de una empresa imposible de abordar únicamente desde las pobres capacidades del río Manzanares. Se unía además a este hecho el de los insuficientes conocimientos geológicos de la época y el de un terreno arenoso muy propenso a grandes filtraciones y derrumbes. Espacio que hoy se cataloga desde el punto de vista geopaleontológico como Las Terrazas bajas del Manzanares.
La cosa pintaba mal, pero aún fue peor cuando reventaba en el año 1799 la Presa del Gasco, que estaba a punto de dar servicio al Canal del Guadarrama. Precisamente el del Guadarrama sería proyectado como subsidiario de el del Manzanares, y ser así solución de sus enormes carencias hídricas. Su ingeniero jefe, Carlos Lemaur, viejo conocido del Canal de Castilla, no tendría éxito en su proyecto. El Canal del Manzanares no vería jamás una sola gota del Canal del Guadarrama.
Sin embargo, contra todo pronóstico, primero Carlos III hasta la Octava Esclusa y luego Fernando VII hasta la Décima Esclusa, hicieron navegable al aprendiz de río, al voluble Manzanares, mediante un canal externo y paralelo a él. Desde el Puente de Toledo y hasta los puntos mencionados, tras diez esclusas y un buen número de alcantarillas, puentes y pequeños acueductos, las barcazas surcaron la geografía madrileña materializando el sueño ilustrado que tanto costó engendrar.
De ese sueño nos queda un valioso legado arqueológico que en la ruta del pasado domingo hemos podido disfrutar en parte. El Puente del Congosto o la Décima Esclusa son dos magníficos ejemplos de lo que acabamos de decir. Junto a ellos, un horno de yeso se nos antoja como el único testigo vivo de la explotación industrial del Canal del Manzanares. Sería precisamente el transporte de dicho mineral desde las múltiples canteras de Vallecas, el que sufragara con humildes réditos las enormes deudas de la construcción y mantenimiento del canal.
Patrimonio histórico y medioambiental
Aprovechando el magnífico marco histórico del Parque Lineal del Manzanares, nuestros pasos se perdieron más allá del camino de sirga del canal, adentrándonos en los túneles y trincheras que dejara la Guerra Civil Española en estas tierras, en las que, como pudimos comprobar, el propio canal fue un elemento usado en el tablero estratégico de las líneas republicanas. No en vano todos sus puentes muestran señales de haber sido preparados para una voladura de urgencia.
El propio Puente del Congosto, colocado estratégicamente sobre el canal, tendría una enorme versatilidad a lo largo de la historia. Mientras que por abajo dejaba pasar al propio canal, por encima circulaba, como lo hace el agua sobre un acueducto, el arroyo del Congosto. Junto al regato podían pasar carruajes con destino al vado que el Manzanares tiene a pocos metros. Madoz lo nombra como vado de la Diana.
Junto al puente-acueducto, en la orilla del canal contraria al río, el arroyo del Congosto circula por un amplísimo valle que sirve de entrada directa a la cuenca baja del Manzanares desde Vallecas. Por el otro lado, el del vado, se extienden explotaciones agropecuarias de entre las que destaca La Aldehuela.
La Aldehuela fue cedida por sus propietarios a monjes trapenses, que la ocuparon en 1889 formando lo que hoy conocemos como Monasterio de la Aldehuela. Los monjes, dedicados a la explotación ganadera, y a la agricultura de vides y olivos llegaron a ser 91 almas, para luego reducir drásticamente la ocupación del cenobio hasta su abandono por causas que se desconocen, pero que seguro estaban relacionadas con la dureza del entorno.
Cosa similar le pudo pasar al Canal del Manzanares. La escasez de agua del río se contaminaba fácilmente ya en el siglo XIX con los residuos de Madrid, y aquella que se extraía de pozos era en muchas ocasiones salobre, debido a la alta concentración de sales del terreno. Precisamente en la ruta pudimos comprobar la decantación natural del cloruro sódico en cuevas y cursos de agua ocasionales.
El futuro del Real Canal del Manzanares estuvo condenado desde su comienzo. La escasez de agua proveniente del Manzanares, unido a lo infértil de un terreno que a lo sumo podría dedicarse a ganadería, hizo que ni los austeros monjes resistieran, ni el canal fuera navegable más allá de unos pocos años entre el siglo XVIII y el XIX. Por no ser, ni siquiera debió ser especialmente rentable cuando, abandonada la navegación, sirvió parcialmente como acequia de riego. Una acequia que hoy guarda un yacimiento arqueológico de indudable importancia.
Pero la aparente pobreza del entorno no nos debe confundir. Se trata de un terreno geológicamente muy joven y en pleno proceso de formación. Los cantiles del río Manzanares junto a la estrecha vega y humedales del río, guardan un patrimonio biológico de grandes y ricos contrastes. El peligro para este microespacio, contenido magníficamente bajo la denominación de Parque Lineal del Manzanares, es enorme.
Amenazas ocultas bajo concepciones más o menos populistas de espacios verdes y costosísimas obras que no son más que la destrucción completa del entorno, o la simple y mera conversión del río Manzanares en una tubería sin mayor recorrido medioambiental que la de servir de adorno o suministro para campos de golf o canales de remo. Los grandes proyectos pendientes del Parque Lineal del Manzanares parecen corroborar esta dura afirmación.
Pese a esta nefasta realidad, los restos del Canal del Manzanares que acabamos de visitar en la cuarta edición de esta popular ruta, todavía atraviesan un espacio de un valor biológico muy especial. Hábitat además de un buen número de aves, protegido con más o menos éxito por nuestra legislación.
Fue un paseo fantastico, haber cuando se repite
Gracias, por vuestra dedicacion
M Jose
Aunque al final casi nos llueve, pasamos un día estupendo. Ayer tarde hicimos un recorrido similar. Nos encontramos casualmente con otro paseante y le conté todo lo que aprendí con vosotros. ¡Creía que yo era un experto en la materia!
Cosas de la vida…
Gracias por ser el revitalizador de la memoria y de la historia de unos tiempos casi olvidados. «Si se calla el cantor, muere la vida», dicen.
¡Hasta la próxima!
La mañana fue preciosa en todos los sentidos y tu articulo interesantisimo, enhorabuena.
Hola amigos, me gustaría acceder desde el Metro de Rivas a las cumbres de enfrente, pasado el río. ¿Hay alguna ruta marcada y algún puente para cruzar? y por último ¿existe algún tipo de peligro?
Muchas gracias por vuestra atención,
Un cordial saludo,
Hola José.
Desgraciadamente sólo hay un acceso desde el Metro de Rivas-Vaciamadrid. Desde Rivas-Futura, que es el mejor posicionado para entrar en el Parque Lineal del Manzanares, no hay ninguna pasarela sobre la A3. Desde Rivas Urbanizaciones, tampoco.
Peligros hay los normales del monte, y precauciones tendrás que tomar las que tendrías en cualquier salida campestre.
Te cuidado con los cercados de fincas particulares, los cazadores en época de batidas y las granjas apícolas que hay por la zona.
Saludos!
Muchísimas gracias, Vicente, por tu contestación. Trataré de encontrar la entrada desde Rivas-Vaciamadrid. Lo de los cazadores, es generalizado por toda España; es un peligro salir por el campo.
Un cordial saludo,
José