En enero de 1937 ambos bandos en contienda tenían planes para una gran ofensiva en el sureste de Madrid. Los planes nunca fueron un secreto y eran de sobra conocidos por los beligerantes. La Batalla del Jarama no fue ninguna sorpresa.
Por un lado, los nacionalistas, fracasado su primer intento de toma frontal de la ciudad, planearon un movimiento envolvente que cortaría la carretera de Valencia y llegaría hasta Alcalá de Henares, estrangulando la resistencia madrileña para provocar su rendición.
Por otro lado, los republicanos, vieron con interés el estiramiento de las tropas rebeldes en su primer intento de asalto a la capital. El distanciamiento de sus líneas propiciaba un ataque en forma de pinza con un punto de penetración partiendo de la línea formada por La Marañosa y San Martín de la Vega, y otro que partiendo de Torrelodones atacaría con dirección Navalcarnero. El objetivo final era crear una bolsa con las tropas que cercaban Madrid para encerrarlas en un fuego cruzado que acabaría con su rendición.
Aunque la cuña Noroeste republicana sí que llegó a ejecutarse en la Batalla de Brunete del verano de ese mismo año, las tropas leales fueron mucho más lentas que las unidades franquistas a la hora de concentrar las unidades de choque en los puntos de partida, lo que propició que fueran estas últimas las que finalmente iniciaran el ataque que desembocó en una de las batallas más importantes de la Guerra Civil Española: la Batalla del Jarama.
El ejército nacionalista empezó a concentrar con rapidez las tropas de la División Reforzada del Centro, al sur de la Comunidad de Madrid, en las localidades de Torrejón de Velasco, Torrejón de la Calzada, Esquivias y Seseña. A partir del 15 de enero el general Orgaz consiguió reunir alrededor de 20.000 hombres, unidades de sobrada experiencia, cuya fuerza de choque estaba constituida fundamentalmente por moros y legionarios. El día 23 de enero ya estaban en su punto de partida – Pinto y Valdemoro – las unidades que debían iniciar la Batalla del Jarama.
Sólo la pésima climatología reinante durante el mes de enero y comienzo de febrero, retrasó el inicio de las operaciones. El frío y sobre todo el agua, hicieron complejo todo el proceso de concentración de tropas para ambos bandos. El barro reblandecía los caminos y hacía extraordinariamente dificultoso el movimiento de hombres y armamento.
Los planes rebeldes de la Batalla del Jarama
La División Reforzada de Centro estaba constituida por 5 brigadas que iban a protagonizar la Batalla del Jarama por el lado franquista:
- 1ª Brigada, coronel Rada
- 2ª Brigada, coronel Buruaga
- 3ª Brigada, coronel Barrón
- 4ª Brigada, coronel Asensio
- 5ª Brigada, coronel García Escámez
Los planes eran, por orden temporal:
- Ocupar las alturas que dominan el río Jarama
- Cruzar el río Jarama
- Llegar a la línea Arganda Morata
- Llegar a Alcalá de Henares
El primer escalón republicano del despliegue. La sorpresa táctica del ataque nacionalista
Aunque se esperaba un ataque inminente por cualquiera de ambos bandos en la zona, el Estado Mayor republicano esperaba un cerco mucho más corto que, atravesando el Manzanares por un punto indeterminado, atacara Vallecas y Vicálvaro, para terminar cortando por completo las comunicaciones de la capital. Por lo tanto, aunque el ataque no fue una sorpresa estratégica (el objetivo global era cercar Madrid por el Sureste), sí lo fue táctica (los objetivos específicos siguieron una línea distinta a la esperada).
Mientras el ejército nacionalista de Orgaz concentraba con cierta rapidez tropas cuya profesión era la misma guerra, el republicano lo hacía lentamente, en una complicada dualidad que le impulsaba a preparar el ataque mientras organizaba la defensa. Esa defensa adquiere toda su significación en la línea del Manzanares, lugar por donde se esperaba el ataque y la que recibe mayor concentración de tropas.
La capacidad bélica de las unidades que inicialmente la República puso en el frente de la Batalla del Jarama era más que discutible. Se trataba de unidades bisoñas traídas de Levante y desplegadas en un primer escalón del dispositivo, sin capacidad ofensiva y sin terminar aún de equipar, como apunta Vicente Rojo.
Así, la 19 y la 23 Brigadas nunca habían entrado en combate, incluso la primera de ellas estaba constituida por reclutas de reemplazo. La 18, que se situó en Ciempozuelos, tampoco había tenido su bautismo de fuego. Estas tres brigadas serían las que por sorpresa recibirían las primeras andanadas del violento ataque nacionalista.
Las tropas más experimentadas, fogueadas en la defensa de Madrid, permanecían en los diversos frentes de la capital. El abierto enfrentamiento entre Miaja –jefe del Cuerpo de Ejército de Madrid- y Pozas -jefe del Ejército del Centro y en teoría superior a Miaja- retrasó el movimiento de tropas e impidió que las unidades más aguerridas pasaran al frente de la Batalla del Jarama. Esta situación era completamente contraria a la que regía a las unidades rebeldes, en donde sí había una clara unidad de mando, y en donde la experiencia de las tropas de choque sí fue un claro factor diferenciador.
Las unidades estaban equipadas de manera incompleta o eran inexpertas, además de ser aparentemente insuficientes y dispersas en comparación con el ordenado dispositivo nacionalista, mucho más preparado y concentrado espacialmente. La lentitud en la organización de la ofensiva republicana pilló completamente desprevenidas a las unidades gubernamentales del Sur del dispositivo, que esperaban una orden de ataque cuando, en vez de eso, estaban recibiendo una auténtica lluvia de fuego, propiciando únicamente puntuales defensas y aislados actos de heroísmo que en ningún caso pararon la ofensiva nacionalista.
El precio fue altísimo en vidas y propició que el enemigo iniciara con enorme eficacia la Batalla del Jarama.
El origen de la línea defensiva del Parque Lineal del Manzanares
Los restos de trincheras, vivacs, nidos de ametrallaras o incluso búnkeres que se encuentran en el Parque Lineal del Manzanares, podemos decir que tienen su origen, más que en la Batalla de Madrid, en la Batalla del Jarama.
El intento de toma frontal de Madrid del ejército franquista tuvo en el río Manzanares su flanco derecho y nunca hubo sospechas sobre su dirección frente a Madrid. No sucedió lo mismo con la Batalla del Jarama, cuya dirección fue sospechada por el mando republicano con una trayectoria que cruzara el Manzanares y se dirigiera hacia Vallecas y Vicálvaro para cercar la capital.
El ejército republicano se debió instalar en las cumbres formadas por los cortados yesíferos que dominan la margen izquierda del Manzanares. Desde allí dominó, desde una línea continua de trincheras a varias alturas, toda la vega del río, acompañando la defensa con un buen número de zanjas antitanque entre los valles de los cerros, así como de nidos de ametralladoras repartidos a lo largo de la línea y posiciones fortificadas que desgraciadamente han seguido peor suerte.
Los restos se extienden, o se extendieron hasta hace poco tiempo, desde VillaVerde hasta Rivas Vaciamadrid, en ambas márgenes del río Manzanares. Aunque la margen izquierda nunca tuvo bautismo de fuego, la derecha vivió en su parte final los combates de la Marañosa y del espolón de Vaciamadrid, dentro del teatro de operaciones del Jarama.
El frente republicano al inicio de la Batalla del Jarama
La 41ª Brigada Mixta se situaba entre VillaVerde y Perales del Río, como penúltimo escalón de un hipotético ataque nacionalista que estrechara al máximo el cerco sobre la capital. Tras ella, en Vallecas, estaba la XII Brigada Internacional. Más al Sur se colocaban las Brigadas que recibirían el ataque principal del enemigo en caso de seguir esta línea.
La 41ª Brigada Mixta ocupó el espolón de Vaciamadrid después de su toma parcial por las fuerzas republicanas durante la Batalla del Jarama. Después se encuadró en la 4ª División y permaneció durante toda la guerra entre VillaVerde y Perales del Río, en lo que hoy es el tramo 2 del Parque Lineal del Manzanares.
La 48ª Brigada cubrió con diversos batallones puntos estratégicos de paso, posicionándose entre Perales del Río y La Torrecilla, cubriendo el famoso Vado de la Torrecilla y el puente sobre el Canal del Manzanares de la Octava Esclusa. También defendieron el valle del Arroyo Culebro y los vértices justo delante de la Carretera de San Martín de la Vega a la altura de La Marañosa.
La 19ª Brigada tuvo su base al norte del Manzanares, en los vértices Cumbre y Cerro Redondo, para luego desplegarse hacia el Sur, ocupando la Aldehuela y La Marañosa. Formada enteramente con reclutas de reemplazo, sobra hablar sobre su inexperiencia.
La 23ª Brigada Mixta fue situada a primeros de enero de 1937 en San Martín de la Vega y Gózquez de Arriba, esperando la orden para el ataque de una ofensiva republicana que jamás llegó. Al igual que muchas de sus compañeras de fatigas en la Batalla del Jarama, nunca había entrado en combate.
La 18ª Brigada Mixta ni siquiera había entrado en combate y se situó casi sin saberlo en primera línea, en el pueblo de Ciempozuelos.
La XII Brigada Internacional, por otro lado, es colocada por Miaja en Vallecas, reforzando aún más la idea de que el ataque rebelde se produciría en la línea VillaVerde-Vallecas-Vicálvaro.
Pozas concentró sus tropas en torno a 3 agrupaciones que probablemente nunca llegaron a completarse:
- Agrupación Arganda, al mando de Mena.
- Agrupación Morata, al mando de Chorda.
- Agrupación Aranjuez, al mando de Burillo.
Por su parte Miaja también se reservaba una agrupación de unidades en el ámbito del ejército de Madrid. Se trataba de la Agrupación Modesto o Agrupación Vallecas, al mando dl comandante Juan “Modesto” Guilloto León, y que se extendería a lo largo del Manzanares desde VillaVerde hasta aproximadamente su desembocadura.
Poco después esta agrupación tendría que extender su flanco izquierdo hasta el Puente de Arganda, ante los problemas que Mena sufrió tras el enviste nacionalista.