La noche del día 12 de febrero se reúnen los generales Orgaz y Varela en el Puesto del Mando de la Casa de Gózquez. La situación de la batalla empieza a ofrecer registros preocupantes para los atacantes, pues comienzan a toparse con resistencias organizadas más sólidas.
Dos brigadas se han quedado resguardando los flancos. Desde Cabeza Fuerte hasta el Espolón de Vaciamadrid, pasando por Coberteras, se despliega la Brigada de Rada. Por el lado derecho, desde el Vértice Reina hasta Ciempozuelos, está la de García Escámez. Al otro lado del río, comunicadas con el resto tan solo por los puentes del Pindoque y de San Martín de la Vega, más alguna pasarela, las otras tres brigadas de Barrón, Sáenz de Buruaga y Asensio.
El contrario republicano ya no se limita a defenderse y replegarse cuando el frente se hace insostenible. Ahora defienden hasta la muerte cada palmo de terreno y además, pasan al contraataque con inusitada violencia.
Los generales de Franco no calcularon bien las reservas necesarias para completar sus planes o mejor dicho, no esperaban que llegaran a ser necesarias. La disposición de un cerco tan amplio de Madrid, exigía un esfuerzo de recursos humanos considerable, máxime cuando también se subestimó la capacidad del Ejército Republicano.
Las tropas de Orgaz y Varela se habían desgastado en exceso, en la primera semana del ataque, y no disponían apenas de tropas de refresco salvo las mínimas necesarias para cualquier contingencia imprevista. Tropas y provisiones que además sólo podían pasar por los puentes que el enemigo tenía a tiro. Por el contrario, el Ejército Popular de la República disponía de algunas reservas que le iban ayudando a cubrir todos los huecos abiertos por este nuevo frente de combate. Fundamentalmente los batallones de voluntarios internacionales.
Pese a las enormes dificultades encontradas, al amanecer del día 13 se inicia el avance de las tres brigadas al unísono.
El saliente de Barrón entre Valdeperdices y El Milano
La Brigada de Barrón avanza el día 13 desde Monte Pajares y la XII Brigada Internacional debe replegarse. Los polacos del Dombrowski de la XII BI ceden terreno al enemigo y retroceden hasta Valdeperdices, sobre el Camino de las Cabezuelas.
Estas alturas dominan el Camino Viejo de San Martín de entrada hacia Arganda y el Valle de la Fuente. La Brigada de Barrón ha dibujado un peligroso saliente en el frente, a la izquierda del avance previsto, porque la Brigada de Sáenz de Buruaga, en el centro, no ha prosperado. La orden de detención, que reciben, es tajante. En Valparaíso, cabezuela inmediata a Valdeperdices, toman posiciones a la espera de nuevas órdenes.
La Cota 700
En los días siguientes al 12 de febrero, las fuerzas republicanas que defendieron la Colina del Suicidio hasta perder la mitad de sus efectivos, harán lo propio en las posiciones de la Cota 700, donde ofrecen nueva resistencia, cruzando la Cañada Galiana. Los batallones de la XV Brigada Internacional resisten los ataques de la Brigada de Asensio en esta mesa olivarera, llamada la Jara Alta.
Sáenz de Buruaga progresa entre los olivares hacia la Radio Militar del Alto del Moro y el Kilómetro 30 de la carretera Arganda-Colmenar (M-303 actual). La cota 700 es un balcón sobre el valle del Jarama, una amplia meseta que se extiende de norte a sur de la carretera de Morata a San Martín. El mando republicano trata de frenar el avance por este estratégico altiplano y los internacionales de la XI y XV BI, taponan el pasillo.
El British, batallón británico, muy dañado, bate desde sus nuevas posiciones la Colina del Suicidio. Sus compañeros franceses del batallón Six Frevier recuperan parte de las posiciones del día anterior y neutralizan los ataques de las tropas africanas de Sáenz de Buruaga, cubriendo el terreno de cadáveres.
A la derecha de los ingleses, al norte de la Cota 700, se defienden con dureza, más allá de los franceses del Six Frevier, los eslavos del Dimitrov y los alemanes del Thaelmann, de la XV y XI Brigada Internacional, respectivamente. Al lado de éstos pelean los batallones Edgar André y Commune de París, también de la XI Brigada Internacional, cubriendo el espacio del Alto de Majadahonda a la Casa de Nevares, sureste de la Casa de la Radio.
Las Brigadas Mixtas españolas de Líster llegan el día 13 a cubrir el hueco al sur de los ingleses, frente al Pingarrón, antes del que el enemigo se dé cuenta de este vacío y cambie la dirección de su ataque. Los combates en todo el frente son continuos y la línea de contacto sufre constantes avances y retrocesos.
Entrada en los olivares y situación del frente
Barrón ha avanzado más rápido y dibuja un saliente peligroso para la acción táctica de conjunto. Lo que podría haber significado un golpe táctico clave para el desarrollo posterior de la batalla, ahora es una complicación más para los atacantes. Barrón debe detenerse para esperar el avance en paralelo del resto de brigadas so pena de quedar descolgado.
Sáenz de Buruaga y Asensio han progresado ligeramente pero el trayecto se convierte en realmente penoso cuando penetran en los olivares, las fuerzas del primero, y ante el escollo de la fuerte resistencia republicana entre Valgrande y Jara Alta, a ambos lados del Barranco de Lérida. Entre los olivares las baterías de apoyo artillero de la Marañosa, no pueden precisar sus disparos sin el riesgo de causar bajas propias, como ya aconteció en alguna ocasión. Es imposible distinguir en la uniformidad del bosque que forman las interminables alineaciones de olivos, las formaciones propias y las contrarias, que se entremezclan en la fogosidad de los combates hasta fundirse unos y otros en este verdadero laberinto boscoso.
El contacto entre las unidades atacantes se pierde entre el ramaje y las unidades nacionalistas avanzan sin más sentido que el de salir del infierno de los olivares perdiendo la dirección del ataque.
Asensio trata de avanzar a su izquierda para establecer contacto con Sáenz de Buruaga, pero las dificultades son extremas. Finalmente, logra hacerlo el día 14, no sin numerosas bajas.
Allí, entre los olivos, aparecen los tanques rusos (T-26b) súbitamente, por sorpresa, sin ser vistos, como auténticas segadoras del diablo. Van y vienen haciéndose los dueños del frente y ametrallando y desbordando al enemigo allí por donde pasan, haciendo incluso uso del tiro directo de sus cañones de 45mm sobre las masas humanas concentradas.
Se ha dicho que las compañías de carros T-26b de Pavlov (Gral. Pablito), fueron el arma estrella, vencedora real de esta batalla. Solo los Pak anticarro alemanes, de 37mm, constituyen un arma eficaz capaz de detenerlos. También se ha utilizado con éxito el cañón Flak 88mm, concebida en un principio como arma antiaérea, y las piezas italianas de 65mm.
Entre los olivares no es posible advertir los nidos de ametralladoras repartidos aquí y allá, hasta que ya se está encima y es demasiado tarde para escapar de su fuego. El dominio del cielo es republicano en un comienzo, y cualquier intento nacionalista por ametrallar o bombardear desde el aire a las tropas enemigas, se ve abocado al fracaso. Aunque a mitad de la batalla, la situación se torna cuando García Morato y su escuadrilla se aventuran a intervenir con los «chirris» Fiat CR.32 en las escaramuzas, dando escolta a los aparatos de bombardeo hasta conseguir sus objetivos.
Aunque los olivares suponen un grave obstáculo no previsto por las tropas nacionalistas, los republicanos sufren de igual modo tal contingencia, a la hora de advertir la llegada del enemigo o de localizarlo; avanzando a ciegas en numerosas ocasiones, y quedando rodeados sin ni siquiera saberlo.
El hospital de Pinto rebosa estos días de heridos. Muchos han de ser redirigidos al hospital de sangre de Griñón, instalado junto a la estación ferroviaria donde también se ha dispuesto un muelle-embarcadero para facilitar la evacuación mediante trenes-hospital.
14 de febrero, el «día triste del Jarama«
El día 14 es el “día triste del Jarama” para los rebeldes, como dirá Gregorio López-Muñiz, Jefe del E.M. de Varela. Las fuerzas nacionalistas se encuentran sumamente desgastadas y su capacidad ofensiva está muy mermada y sin posibilidad de reemplazo. Se ha agotado cualquier posibilidad de traer refuerzos desde otros frentes, y se ordena frenar la ofensiva. El mando republicano está preparando un contraataque destinado a aislar a las unidades que se encuentran en la orilla izquierda del río.
Por el valle se hacen constantes incursiones mediante los carros de combate republicanos hostigando una y otra vez cualquier formación enemiga. La 5 BM de Sabio, compuesta por carabineros, cubre en el entorno del kilómetro 22 la carretera de Valencia. En el entorno del Puente metálico de Arganda, está apostado el Batallón Garibaldi de la XII BI. El Batallón Dombrovski, también de la XII BI anda encaramado a las cabezuelas que se abren al valle en Valdeperdices, la antesala del pueblo de Arganda.
Los rebeldes envían sus bombarderos, sobre los objetivos señalados como estratégicos: Puentes, carreteras, líneas de fortificaciones, campamentos. Vienen de Talavera, entre otros campos, y las escuadrillas de cazas del campo de Griñón salen a darles escolta. En una ocasión dos escuadrillas de Junkers alemanes, Ju-52, intentan por tres veces penetrar en el campo republicano para soltar su carga de bombas, pero los Polikarpov I-16 Mosca gubernamentales los acechan y los obligan a retirarse las tres veces sin conseguirlo.
Entre el día 15 y 16, los ataques que se lanzan entre el Chalet Blanco y la Casa de la Radio, encabezados por la 4ª y la 5ª Bandera legionaria, respectivamente, tendrán como misión, conectar por la izquierda con la Brigada del Coronel Barrón, y asentar en el entorno de la Radio Militar-Alto del Moro, una posición dominante cortando definitivamente la carretera a Colmenar de Oreja y Chinchón, ya interrumpida el día 13 en el kilómetro 25, por Barrón, a la altura del Cerro de los Guisos.