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V – El ataque de Líster al Cerro de los Ángeles: el Cerro Rojo.

tropas republicanas cerro rojo

Tropas del Ejército Popular de la República desfilan en el Cerro de los Ángeles. Fuente: Archivo Rojo, Ministerio de Cultura.

La ofensiva del Jarama estaba a punto de producirse, la única incógnita era de quien la realizaría primero. La debilidad de las tropas republicanas en la zona hacía pensar que los nacionalistas se adelantarían, como finalmente así fue.

Mientras tanto, Líster recibe la orden de tomar el Cerro de los Ángeles, de nuevo un intento de castigar el flanco derecho de los rebeldes, que a esas alturas habían abandonado la toma frontal de la capital.

Líster se niega a seguir las directrices de su Estado Mayor y se impone a las decisiones del propio Modesto, elaborando un plan simple que tenía como principal ventaja el factor sorpresa.

En unas horas, lo que tanta sangre le costó a la XII Brigada Internacional, cae rendido a los pies de la 1ª Brigada Mixta. Sin embargo la Hospedería del Cerro queda aún en poder de los nacionalistas.

Lo mismo que tardó la posición en ser tomada, tarda en ser perdida. En un fulgurante ataque de tábores de tropa indígena, Tiradores de Ifni-Sáhara y Regulares de Larache, que aprovechan una incomprensible suma de errores del dispositivo defensivo republicano, cae el Cerro haciendo numerosas bajas en la 1ª Brigada Mixta.

Pero el Cerro ya no volvería a ser el mismo Cerro. La captura de más de cuatrocientos prisioneros por las tropas del Gobierno, la mayoría militares de reemplazo reclutados en la zona nacionalista, será una baza mediática que será utilizada con amplitud de medios. La prensa del bando leal renombra al Cerro como el «Cerro Rojo» y no parece querer dar la noticia de su pérdida. Estamos en la batalla de la retaguardia, en la necesidad de mantener viva la moral del pueblo y de la tropa, donde la mentira se vuelve verdad y la verdad se convierte en mentira.

18 al 20 de enero de 1.937: El Cerro de los Ángeles (Cerro Rojo)

En la noche del 18 al 19 de enero concentré los batallones «Victoria», «Amanecer» y «Thälmann» en Perales del Río, durante todo el día 19 se les explicó el conjunto de la operación […] A las 11 de la noche del 19 al 20 se pusieron en marcha los batallones; a las dos de la madrugada todos estaban al pie de las posiciones que debían atacar. […] El ataque fue simultáneo desde todos los puntos, y a las cuatro de la mañana el Cerro Rojo estaba en nuestro poder, con más de 400 prisioneros.

Enrique Líster Forján – Jefe de la 1ª Brigada Mixta

A mediados de enero de 1.937, tormentas de guerra amenazaban el Jarama. La República estudiaba un plan de ataque cortando las líneas de aprovisionamiento del frente nacionalista de Madrid, mientras éstos planificaban a su vez una nueva intentona de asalto a la ciudad mediante un rodeo por el sureste. La IV División de Modesto, en la que se encuadrada la 1ª Brigada Mixta de Líster, reconoció la zona y elevó un informe sobre el plan de ataque en estudio. El azar hizo que el día 6 de febrero se adelantarán los nacionalistas y diera comienzo la sangrienta Batalla del Jarama.

Días antes de que esto suceda, Líster ha elaborado un nuevo plan de ataque al Cerro Rojo para asentar una posición de avanzada. El ataque tenía más posibilidades de éxito que la caótica intentona llevada a cabo dos meses antes, 12 de noviembre, por parte de los voluntarios internacionales de la XII BI. En este caso se trataba de un golpe de mano nocturno, por sorpresa, que contaba con el conocimiento que tenían de la zona varios miembros de la 1ª BM y del sistema de defensa filtrado por varios desertores horas antes. Líster acantona sus batallones en la iglesia abandonada de Perales del Río.

A la hora y día ordenado, las 0 horas del día 20, la columna que mandaba Líster, en la que iba de comisario el de la 1ª Brigada Mixta, Manuel Puente, se puso en movimiento hacia sus objetivos. Para conservar el secreto y mantenerlos en forma, los hombres habían estado en reposo absoluto en la nave de una iglesia abandonada de Perales del Río; unos veinticuatro, otros cuarenta y ocho horas.

Juan Modesto Guilloto – Jefe de la IVª División

Líster se niega a atacar a la manera clásica, es decir, bombardeo de las defensas con intenso fuego artillero, ataque de aviación,  empleo de tanques y por último, asalto de la infantería. Esto hubiera alertado al enemigo y hubiera arruinado el factor sorpresa, por lo que se procedió finalmente a la manera de Líster.

Franco no confiaba en los soldados de reemplazo para el asalto de las posiciones decisivas, como tampoco fue muy aficionado a ofrecer puestos de vanguardia en sus ataques a las milicias de voluntarios, falangistas y requetés. Al fin y al cabo tenían las mismas cualidades guerreras que el miliciano republicano que intentaba batir y ya habían sido derrotados por estos en diversos frentes. Este jefe militar, prefería a las curtidas tropas africanas, con las que inició el golpe en Marruecos, para las labores de asalto y defensa de puestos decisivos en el orden de batalla. No obstante, en aquel momento, el Cerro de los Ángeles estaba custodiado por fuerzas de reemplazo; el  1er. Bón. del Rgto. Argel nº27, alojado en el convento, y el 8º Bón. del mismo Regimiento, en la hospedería.

Sin duda este hecho contribuyó a la rápida toma del Cerro por los republicanos unido al factor sorpresa. La cifra de prisioneros que allí se tomaron fue escandalosa; más de cuatrocientos.

El éxito fue rotundo. En poco tiempo, tras una marcha nocturna de aproximación, en el más absoluto silencio, los milicianos entran en las trincheras enemigas, conocedores del santo y seña, sin grandes combates. La sorpresa fue tan mayúscula que el propio jefe del sector, el comandante Ricardo Belda López es sorprendido en el dormitorio. La escena que narra Líster es extrañamente humana para aquellos tiempos tan descarnados.

ricardo belda - cerro de los ángeles

Ricardo Belda. Fuente: Fotos con historia El pie de la foto reza lo siguiente: Foto de mi abuelo Ricardo Belda López-Silanes en el frente de Talavera. La localidad exacta no puedo precisarla. Sé, y tengo testimonio gráfico de ello, que en varios pueblos de la provincia de Cáceres le dedicaron a posteriori una calle en su nombre. Según me contaron familiares y algunos testigos, dentro de lo que supuso la desgracia de la guerra civil, se guardaba grato recuerdo de su persona en los pueblos por los que pasaba en su ascenso a Madrid desde Cáceres. Jamás permitió abusos, crímenes o fusilamientos en los pueblos que tomaba su columna, impidiendo en varias ocasiones excesos de las tropas africanas y de las milicias derechistas (a pesar de luchar en el bando sublevado).

Los soldados del Gobierno traen preso a Belda y éste intenta cuadrarse ante el comandante que acababa de capturar el Cerro de los Ángeles, lo que le deja en ropa interior al caer la manta que le cubría. Belda debió aguantar el tipo y el rubor de la situación, por lo que Líster ordenó que se le devolviera al cuarto dormitorio para que terminara de vestirse.

Ricardo Belda, tras su apresamiento, fue enviado a las cárceles de Madrid. Parece que fue obligado a leer un mensaje radiofónico a los soldados nacionalistas para que no continuaran apoyando la rebelión militar. Luego  fue trasladado a una prisión de Valencia. Tras de la guerra, tras un proceso de depuración de responsabilidades, fue readmitido en el Ejército, llegando al grado de general. Incorporamos aquí un testimonio del nieto de Belda, un halo de limpia sencillez en el drama nauseabundo de una guerra atroz.

Según me comentaban mis tías, fue arrestado y encarcelado en una checa de Madrid, parece ser que fue obligado a realizar una locución radiofónica a los pocos días del arresto – supongo que con ocho hijos a la espalda le debió pesar más eso que su «patriotismo» – en la que mostraba la «indecencia» de la sublevación. Fue trasladado a Valencia y permaneció allí encarcelado hasta el final de la guerra. Luego fue depurado por el ejército vencedor y tras volver todo a su cauce, supongo lo considerarían «inocente», prosiguió su carrera militar. Finalmente se licenció como general y gobernador militar de Huelva, y falleció a los 99 años.

Foro de Historia Militar “El Gran Capitán”

Belda rinde el Cerro ante una acción de las fuerzas republicanas, con un número escaso de bajas, por unos momentos la guerra no parece tan salvaje. Pero sólo es una situación momentánea. La sorpresa en la acción de los soldados leales llega incluso a los propios jefes del Ejército Republicano. La posición debía asegurarse después de la toma con más efectivos,  pues era necesario que  tras la sorpresa se consolidara la conquista. Sin embargo, José Miaja, jefe del Ejército de Defensa de Madrid, y Sebastián Pozas, general del Ejército del Centro con base en Tarancón, no se ponen de acuerdo en quien debe enviar los refuerzos. De hecho el error en este caso se le debería achacar a Miaja, puesto que de él dependía la unidad que acababa de tomar el Cerro Rojo. [M1]

El ejército nacionalista, mientras tanto, reacciona rápidamente. En la hospedería resiste una compañía que por medio de un transmisor de radio ha estado informando a Getafe de la situación durante el ataque. Los atacantes se transformarán en unas horas en desesperados defensores. Por la carretera que viene de Getafe bordeando el campo de aviación, avanza el contingente enemigo enviado a la reconquista del cerro. De frente ataca el Tábor de Regulares de la Mehal-la de Larache, y por la derecha, en maniobra envolvente, el Tábor de Tiradores de Ifni-Sáhara. Cuando estos llegan a lo más alto «se oyen salmos en árabe y un ulular que pone los pelos de punta para anunciar el asalto definitivo«[BM1]. Las bajas producidas en la 1ª BM son considerables. Al mediodía todo ha acabado.

La rápida reacción de los nacionalistas, comandados por el coronel Rada, ha sido clave. Parece que no han dado tiempo a los de Líster a emplazar correctamente las ametralladoras y hay zonas desenfiladas [BM1]. Algunas de ellas están tan altas que no pueden batir las faldas del cerro, y tampoco evitar que las tropas indígenas se aproximen sin grandes dificultades.

Cuando quieren reaccionar los republicanos, enviando carros blindados T-26b y aviones a sobrevolar la zona, ya es demasiado tarde. El Cerro Rojo ya no volverá a manos de la República. Desde allí se bombardeará incesantemente el sur de Madrid hasta el final de la guerra.

20 de enero de 1.937: la propaganda del Cerro de los Ángeles

prisioneros absueltos en el cerro de los ángeles

Los prisioneros tomados en el asalto al Cerro Rojo muestran su alegría entre vítores a la República al ser absueltos. Son simples soldados de reemplazo. Fuente: Archivo Rojo (Ministerio de Cultura)

juicio prisioneros cerro de los angeles

Presidencia del Tribunal que juzgó a los prisioneros. A la izquierda el micrófono que sirvió para radiar los testimonios de los soldados y el del propio Belda, pidiendo el abandono de las armas a los soldados rebeldes. Fuente: Archivo Rojo (Ministerio de Cultura)

Al día siguiente de la toma infructuosa del Cerro de los Ángeles, los periódicos y comunicados oficiales hablan de la batalla como éxito propio y derrota del contrario. Realmente todos mienten, unos por haber mostrado una grave debilidad en el punto más importante de su flanco derecho y otros por no haber culminado la brillante acción en el punto que hubiera sido más sencillo.

prisionero cerro de los ángeles

Un prisionero luciendo aún el uniforme de infantería del ejército sublevado. Fuente: Archivo Rojo (Ministerio de Cultura)

Los partes de guerra narran como el enemigo ha sido rechazado en su ataque o, en el otro bando, como ha sido la conquista del que desde entonces llamarán el “Cerro Rojo”.

En la prensa republicana se publica rápidamente la noticia y se le cambia el nombre al cerro, aunque ya nadie sepa que haya retornado a los rebeldes. Sin embargo la toma del cerro tiene la doble importancia de demostrar que el ejército de milicias puede atacar además de defender y que el enemigo no es tan fiero como lo pintan. La captura de más de cuatrocientos soldados así lo atestigua. Los presos son llevados a Madrid donde son juzgados de inmediato en un ambiente victorioso, siendo absueltos en su mayor parte. El propio Miaja se dirije a ellos y muchos se pasan al ejército leal a la República; el resto son finalmente encarcelados. Los del Argel se nutrían de quintas de Cáceres, de León y de Pontevedra. Franco no volverá a confiar en ellos y Belda no goza ya de simpatía en el bando sublevado. Son un arma publicitaria incluso más importante que el propio cerro, ya en adelante “Cerro Rojo”, incluso tras su pérdida.

La publicación del 5º Regimiento – Milicia Popular 21/01/1937 – dirá que son “hermanos”, “campesinos y obreros, enrolados bajo amenaza de muerte” y que “ven renacer su vida al verse rescatados por sus hermanos, a cuya lucha se unen”. Todo un símbolo. Como también simbólicas son las rimas machaconas que afloran por todas partes para honrar la acción:

[…]
¡Falso cerro de opresores,
de los Ángeles que engañan,
donde, en vez de crucifijo,
se adoraron negras panzas,
falo, enhiesto y vengativo
en el ombligo de España!
Cerro, Cerro de los Ángeles,
que los fascistas tomaran
con cañones alemanes
y banderas italianas
[…]
Los que no han ido a esta acción
se desesperan de rabia;
mientras el Cerro se toma,
los milicianos las casas
fascistas de Villaverde,
siguiendo ejemplo asaltan
[…]

Jose Herrera Petere, El Acero de Madrid.

Referencias y bibliografía

[L1].- Líster, 1.966
[S1].- Sociedad Benéfica de Historiadores Aficionados y Creadores (S.B.H.A.C.)
[SR1].- Luis Suárez Fernández, Octavio Ruiz Manjón-Cabeza, 1.981
[M1].- Modesto, 1.969
[BM1].- J.M. Reverte, 2.004
[BM2].- J.M. Reverte. El autor nos relata con cierto detalle la visita del poeta Rafael Alberti a Villaverde, sin embargo no hemos encontrado otra referencia que lo acredite.
[BM3].- J.M. Reverte. Entrevista del autor con quien probablemente lo vivió, Lázaro Somaza (p. 163)
[BM4].- J.M. Reverte. Cita pag 296.