Los planes de Rojo siguen siendo explotados en las siguientes jornadas. El ataque a las columnas nacionalistas se hará por los flancos, mientras que en el centro se deberá resistir a cualquier precio, sin ceder un palmo de tierra. Madrid no podía caer, costara lo que costara.
Los primeros combatientes de las Brigadas Internacionales ya han tenido su bautismo de fuego en el Parque del Oeste, soportado con enorme valentía y arrojo. Ahora le toca el turno a la XII BI, que recibe la orden de atacar el Cerro de los Ángeles y castigar al enemigo por su flanco derecho.
Con una absoluta falta de coordinación, se lanzan al ataque los batallones llegados un día antes de Albacete, con nula experiencia de combate, tras una marcha campo a través a plena luz del día, desde La Marañosa.
9-12 de noviembre de 1.936: La XII Brigada Internacional
Los nuevos planes del TOCE (Teatro de Operaciones del Centro de España) eran pasar al contraataque por los flancos, para debilitar al enemigo en el centro, donde presionaba a Madrid. Por la derecha Barceló y Galán, por la izquierda Líster y Bueno. Vicente Rojo ultima el plan y comienza a distribuir las tropas por el vasto frente que defienden. Se trata de hacerlas pivotar a los extremos sin que se note en el centro y sin que el enemigo lo advierta.
La orden del ataque al Cerro de los Ángeles y de su eventual toma, llega a los internacionales en su base de Albacete el día 9 de noviembre. Allí la recibe el general Lukacs, jefe de la XII Brigada Internacional, sin casi tiempo para componer sus batallones. La forman en este momento los batallones Garibaldi, Thälmann y André Marty.
Todo se improvisa aún con mayor rapidez y confusión que la vez anterior. Madrid nos llama. Las noticias que llegan de la capital son electrizantes. Nicoletti telefonea para decirnos que la XI Brigada se cubre de gloria en la Ciudad Universitaria, al lado de las Brigadas, de las milicias y del pueblo español. Naturalmente nadie quiere ser menos que los compañeros que ya combaten.
Luigi Longo
Los voluntarios internacionales que llegan el día 9, partirán con la XII BI al día siguiente. Apenas hay tiempo ni de entregarles el material, mucho menos para entrenarles en el manejo de un arma. En tren son desplazados hasta la localidad de Villacañas, en Toledo, para después ir en camiones hasta Chinchón, donde se reagrupan todas las unidades y fuerzas que efectuarán el ataque. Se establece finalmente en esta localidad el Estado Mayor.
El desorden es importante. Las unidades no están integradas y los mandos no tienen el control sobre las mismas. Se habla francés, italiano, alemán y polaco, y normalmente nadie entiende de las otras lenguas que no son la propia. La situación, ya antes de empezar, parece caótica. No obstante, y con el obligado retraso debido al fenomenal desorden, llega la orden de ataque para el día siguiente. Junto a la XII BI partirán también las Brigadas Mixtas españolas 2ª y 5ª.
El plan de ataque consiste en penetrar en las líneas enemigas hacia su retaguardia y cortar su red de suministros. De entrada, la toma del Cerro de los Ángeles es una maniobra táctica de inicio, para usarlo como punto de apoyo de los ataques posteriores.
13 de noviembre de 1.936: El primer ataque al Cerro de los Ángeles[Indice]
La XII BI estaba comandada por el general Lukács, un húngaro de amplio historial combativo, y compuesta por el batallón André Marty (franco-belga), el Garibaldi (italiano) y el Thälmann (alemán). La composición de la Brigada se ha realizado a marchas forzadas, como todo en Madrid en aquellos días de locura, en el que nadie sabía ni siquiera si sobreviviría a la metralla unas horas más. Los hombres llevan un armamento acorde a sus «uniformes», variopinto, de circunstancias… a veces ni siquiera es posible un entendimiento básico verbal, dadas las distintas nacionalidades e incluso las distintas ideologías de los hombres que allí se disponían a atacar el Cerro. Los mandos, muchos de ellos, acaban de ser elegidos casi por aclamación.
La noche del día 13 parten en camiones desde Chinchón las fuerzas que efectuarán el ataque. Con los faros apagados y en un territorio muy cerca del frente, es necesario dar rodeos y complicar un trayecto en teoría corto. Una decena de camiones se pierde y el ataque, que debía haberse producido con las primeras luces del día, se retrasa una vez más.
Al amanecer, henchidos de coraje, los voluntarios extranjeros inician a pie, desde La Marañosa, el avance hacia el Cerro de los Ángeles. Se trata de ganar la posición mediante un ataque envolvente que llevarían a cabo las brigadas españolas por la izquierda, y las internacionales por la derecha.
El avance por las ondulaciones de La Marañosa se produce a plena luz del día y los defensores del Cerro de Los Ángeles siguen perfectamente la maniobra de los republicanos. Los internacionales llegan a la pedanía semiabandonada de Perales del Río. Alguien les señala un camino hacia el Cerro, cuya silueta aparece a lo lejos como si se tratara de un castillo o fortaleza medieval.
Viendo el avance progresivo del enemigo, los soldados rebeldes abandonan las trincheras de vanguardia y se repliegan a la cima y edificaciones fortificadas.
El Bon.Garibaldi se pierde en el apasionamiento de su bautismo de fuego y ataca el cerro de frente, cuando debería haberlo hecho por el flanco derecho. Al pie de la colina queda patente la poca preparación del asalto. Llegan hasta el pie del muro perimetral sin escaleras ni recursos para asaltarlo. Desde arriba, los defensores dejan caer las bombas de mano a placer sobre ellos, masacrándolos.
Los republicanos siguen avanzando por la izquierda apoyados por tres carros T-26b, venidos ex profeso para apoyar la acción. Desde las estribaciones de La Marañosa, truena una batería apoyando el ataque, cuya respuesta no se deja esperar. Los atacantes deben tirarse al suelo sobre una llanura dominada por las armas automáticas nacionalistas, donde cada hueco del terreno es aprovechado para no morir ametrallado.
El combate se alarga todo el día y es suspendido por la noche, cuando los tanques deben retirarse ante un firme incierto. El resultado para las fuerzas republicanas es desastroso, sufriendo enormes bajas. La urgencia y falta de preparación del ataque ha sido clave, la inexperiencia de los hombres ha hecho el resto. Demasiada improvisación en un Madrid al borde del colapso. El comisario político Luigi Longo reprende a los voluntarios italianos, cobijados entre los muros de la iglesia de Perales, ya de madrugada. Otros han hecho el camino de regreso al poblado de La Marañosa. En el campo de batalla quedan los muertos.
Para colmo de males, el ejército nacionalista parece averiguar las intenciones de Rojo y ese mismo día relanza el ataque con las columnas de Barrón, Alonso y Tella, quien tiene su base de operaciones en Villaverde Alto y a quien apenas inquieta el frustrado ataque de la XII BI. Consiguen importantes avances y se viven momentos de pánico en las líneas republicanas al grito fatídico de «¡Qué nos copan!»
Los nacionalistas, mientras tanto, parecen organizarse a todos los niveles, incluyendo el del culto religioso:
Al comienzo de la guerra civil se encontraba la Imagen de la Santísima Virgen en el altar de su Ermita y aunque el Cerro fue escenario de terribles violencias, la imagen fue respetada no sufriendo daño alguno […] El Jefe de las fuerzas nacionales avisó al Sr. Alcalde de Getafe, Don Juan Gómez de Francisco, del peligro que corría la Imagen permaneciendo en su Ermita y aunque los soldados la habían bajado de su Altar y llevado a la Hospedería, recomendó se la viniera a recoger para dejarla en un lugar de Getafe. Al día siguiente fue colocada en su Carroza y trasladada a Getafe por un grupo de jóvenes de la localidad.
Real e ilustre congregación de Nuestra Señora de los Ángeles de Getafe
Referencias y bibliografía
[L1].- Líster, 1.966
[S1].- Sociedad Benéfica de Historiadores Aficionados y Creadores (S.B.H.A.C.)
[SR1].- Luis Suárez Fernández, Octavio Ruiz Manjón-Cabeza, 1.981
[M1].- Modesto, 1.969
[BM1].- J.M. Reverte, 2.004
[BM2].- J.M. Reverte. El autor nos relata con cierto detalle la visita del poeta Rafael Alberti a Villaverde, sin embargo no hemos encontrado otra referencia que lo acredite.
[BM3].- J.M. Reverte. Entrevista del autor con quien probablemente lo vivió, Lázaro Somaza (p. 163)
[BM4].- J.M. Reverte. Cita pag 296.