El campo de la ciudad, traducción literal del término musulmán fahs al-Madina, es más que un simple nombre dado a unas tierras más o menos extensas de cultivo. Desde la época árabe hasta la cristiana tuvieron consideración de una suerte de distrito, separado del resto del territorio y con características muy particulares.
Pudiera parecer frívolo fijar aquí un término tan actual como el del Parque Lineal del Manzanares como evolución de otro tan medieval como es el de fahs al-Madina, o campo de la ciudad. Cambiará el lector rápidamente de opinión observando cualquier mapa topográfico con un mínimo detalle, sorprendiéndose al ver en el corazón de ese lugar que hoy llamamos vulgarmente Parque Lineal, otro, el de Salmedina, rastro romanizado de aquel árabe que pese a los intentos posteriores de los conquistadores cristianos de eliminar, la población se resistió a perder.
Los nombres no siempre describen bien el concepto, y el de Parque Lineal quizá no haya evolucionado, sino degenerado de ese ancestro musulmán de Salmedina que, pese a quedar reducido a un pequeño trozo de mapa, resistió como testigo de algo mucho mayor y que hoy continuaría describiendo en buena medida la cuenca baja del Manzanares, lo que popularmente designamos como Parque Lineal del Río Manzanares.
La Salmedina árabe
No es complicado pensar en la vega del Manzanares y de sus principales arroyos tributarios -Gavia, Culebro y Migueles- como una zona altamente productiva y de alta utilidad para la ciudad árabe de Mayrit, el Madrid musulmán. Aguas abundantes y de cauce tranquilo, rico en sotos y prados, sería el más importante de los recursos para un Madrid en constante evolución. Como veremos, a esto hay que añadir la presencia de atalayas de defensaque ofrecerían seguridad al valle de la cuenca baja del Manzanares y a su producción.
Vemos como el Manzanares es la pieza central en el sistema socioeconómico del campo de la ciudad. Pero no siempre este río se ha llamado así. Los árabes lo llamaron Wadi-r-ramla, Guadarrama, o río de arena por sus características terrazas, perdurando esa denominación durante mucho tiempo. Luego sería sustituida por la del municipio por donde pasa, conservándose el nombre musulmán sólo en la sierra que lo ve nacer.
Sus huertos debieron ser la fértil despensa del Madrid árabe, como rezan los testimonios que nos han llegado de la época cristiana. Testimonios que hablan de ricas tierras de pan (cerealísticas), vid, olivo, fuentes, pastos, maleza, valles y montes que, junto con la explotación de una importante cabaña de ganado bovino y ovino, nos describen un inmenso espacio de riquísima diversidad. El Carrascal de Vallecas habría suministrado el cargamento de leña para calentar los inviernos y poner combustible en las cocinas, algo esencial para una ciudad en pleno crecimiento.
Un vistazo al Parque Lineal bastaría para darnos cuenta de que lo que ha logrado resistir de este fahs al-Madina, en buena parte, no ha cambiado.
Organización del campo de la ciudad, la Salmedina árabe
Aunque no tenemos tantos datos que nos informen del tipo de relaciones sociales y sobre propiedad de los bienes en el fans al-Madina musulmán, podemos suponer que su estructura no diferiría mucho de la época cristiana.
Suponemos que los conquistadores respetaron a grandes rasgos el sistema productivo del campo de la ciudad, e incluso a sus antiguos propietarios árabes, ahora mozárabes. Así lo atestiguan topónimos como el de Torre de Iván Crespín, derivado de Torre de Aben Crispín, del musulmán Torre del hijo de Crispín.
La Salmedina en época árabe debió ser un vasto espacio constituido por cerros y el valle de toda la cuenca baja del Manzanares. A buen seguro reservaría tierras que constituirían parte del común de Mayrit, aprovechable por todos los vecinos de Madrid, así como otras tierras privativas en las que los vecinos conservarían el derecho de acceso con sus ganados, una vez alzado el fruto, para permitir que los animales se alimentaran y abonaran a su vez los campos en descanso. Todo para lograr que Mayrit estuviera abastecida con cierta seguridad.
La Salmedina cristiana, como decimos, heredaría y adaptaría este sistema socioeconómico, que tratamos más extensamente en capítulo aparte, configurando el Parque Lineal del Manzanares actual.
Las explotaciones productivas enclavadas en la Salmedina árabe debieron generar alquerías, casas de labor alrededor de las abundantes fuentes de riqueza que generaba el Manzanares y sus cerros, muchas veces cerca de la protección que ofrecieron las atalayas y sus milicias, dando lugar a pequeñas poblaciones, germen de las actuales. Otras, las más, simplemente desaparecieron ante las complejas relaciones de propiedad y los comportamientos ilegítimos que se produjeron tras la conquista cristiana.
Como ejemplo de las primeras podemos citar las tierras de abadengo que darían lugar a Perales del Río o las de Rabudo, el prehistórico VillaVerde enclavado en la mismísima ribera del río Manzanares, junto a la desembocadura del arroyo de Butarque. Entre las segundas, se podrían citar decenas de pequeñas comunidades, aunque las más destacables por su forma y contenido son las de La Torrecilla y la Torre de Aben Crispín, en el corazón del Parque Lineal y que analizamos en capítulo aparte.
Extensión del campo de Madrid en época árabe
Si las condiciones eran las idóneas para que el campo de la ciudad fuera la despensa de Madrid, tampoco quedó otro remedio. Durante la época islámica, Madrid se defendía de las incursiones cristianas por la transierra madrileña con su alcázar, su muralla y el escalón que formaban los cerros y el Manzanares, taponando el Noroeste. Por el Noreste, con dirección Norte-Sur, una extensa red de atalayas sembraban los ríos madrileños, Jarama, Henares y Manzanares, bloqueando una incursión cristiana por los territorios amigos de la Marca Media. El paso hacia el Sur estaba completamente militarizado y Toledo estaba a salvo. Antes de llegar allí, en el Sureste de Madrid, se extendía el campo de la ciudad, más o menos lo que hoy llamamos Parque Lineal del Manzanares.
Alrededor del campo de Madrid se extendería otra red de atalayas, en este caso con la misión de vigilar un enclave de elevado valor económico. Siguiendo los límites de la torres musulmanas, conocidas o deducibles, y el de la propia fortaleza de Mayrit, describimos los contornos de un primitivo Parque Lineal del Manzanares.
Tras ser expulsados los árabes de la región madrileña, la inseguridad e inestabilidad del territorio hizo que el campo de la ciudad de la época anterior se desdibujara un tanto, cambiando constantemente de manos y perdiéndose para siempre del común del alfoz madrileño. Eso es algo que veremos detalladamente en el capítulo dedicado a la Salmedina cristiana, o lo que quedó de la herencia musulmana en el Parque Lineal del Manzanares.