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La Quinta Esclusa

quinta esclusa

Quinta Esclusa del Canal del Manzanares una vez desenterrada

La Quinta de las diez esclusas que permitieron la navegación a lo largo del río Manzanares, desde el Puente de Toledo hasta las puertas de Vaciamadrid, es probablemente un paradigma en la historia de esta singular obra hidráulica madrileña.

Oculta y semienterrada desde el siglo XIX, la esclusa era sin embargo bien conocida. Situada entre los distritos de Vallecas y VillaVerde, el yacimiento esperaba un mejor momento para su estudio sistemático y recuperación histórica.

Desgraciadamente ese momento llegó con las obras del LAV a Levante. La ubicación del yacimiento coincidió con el de las vías del tren, y la esclusa quedaría sepultada para siempre, en un paraje irreconocible, amaestrado, desprovisto de cualquier seña histórica. Una pésima noticia para los distritos de VillaVerde y Vallecas, que de nuevo veían hurtados sus orígenes, su anclaje al pasado, parte de su esencia y de su personalidad. La condena de los barrios dormitorio del Sur de Madrid, el cáncer de no existir.

No todo fueron malas noticias. La excavación de emergencia a la que la ley obligaba, permitió un estudio minucioso del yacimiento por el equipo de Jorge Morín. Con la prioridad de las obras de ADIF, los trabajos debieron hacerse con premura.

La posterior publicación de esos trabajos y los conocimientos y datos previos del GIPL, han permitido elaborar este bello capítulo. Un capítulo sobre lo que pudo ser y no fue, sobre la utopía de coronar a Madrid puerto de mar, o sobre la guerra perdida entre la dignidad y lo económico.

real canal del manzanares Quinta Esclusa

La Quinta Esclusa: de Carlos III a Fernando VII
La historia del Canal del Manzanares, la historia de su Quinta Esclusa

Reconstrucción infográfica de la esclusa en su último momento. Fotometría del yacimiento.

Esta esclusa formó parte del primer tramo del canal que vio la luz allá por 1777, si bien lo haría en una configuración bien distinta a la que se podría intuir antes de la intervención de ADIF.

La esclusa se construyó inicialmente de forma sencilla, económica, sin gallipuente, con muros de mampostería en piedra de yeso, fáciles de trabajar y de conseguir en los cerros del Manzanares. Es el formato más o menos utilizado en las obras que dependieron del monarca Carlos III.

El complejo hidráulico que se excavó durante el año 2011 sacó parcialmente a la luz el vaso de la esclusa, un gallipuente que ya era visible antes, y una pequeña parte del canal de navegación. Los materiales y las formas constructivas desvelaron una infraestructura reedificada y reutilizada, que sufriría los avatares del propio Canal y que debió adaptarse a cada momento para lograr llegar a nuestros días de una sola pieza.

El gallipuente descolocado

real canal del manzanares Quinta Esclusa

Vista del gallipuente de la Quinta. Se aprecian los sólidos estribos reforzados con sendas escalinatas a la zona de navegación. Bajo la primera de ellas también se aprecia, al pie de la foto, los puntales del arranque de la pared de canal.

Canal y esclusa trababan de una manera extraña, interrumpiendo una linealidad casi obligada en una infraestructura navegable. Aguas abajo, el gallipuente parecía querer salirse de cauce apuntando en otra dirección. La explicación era simple.

El puente se hizo después del vaso y a continuación de él, en una prolongada curva del propio canal. Éste, obligado a seguir los cimientos del vaso, quedaría desligado parcialmente.

Los muros del vaso, uno de Carlos III, otro de Fernando VII

real canal del manzanares Quinta Esclusa

Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España. Pascual Madoz, 1848.

La excavación dejó a la vista los dos muros del vaso, con una curiosa y distinta manufactura. Mientras que el del lado del río estaba hecho con mampuestos de yeso trabados con mortero, el lado de los cerros lo estaba con hileras de ladrillos puestos a tizón.

De los textos de los arqueólogos se deduce cierta duda a la hora de interpretar esta realidad heterogénea de la esclusa, su origen primigenio, los materiales originales y la causa real de todo ello, dejando entrever una aparente contradicción. La respuesta parece estar más cerca de lo que pensamos, puesto que el jurista Pascual Madoz lo describe a la perfección en su Diccionario.

En su texto Madoz dice que el muro de lado del Manzanares se debió reedificar, probablemente tras un derrumbe, y que el gallipuente se construyó después, algo común en las esclusas del Canal del Manzanares que, como en la Cuarta, veían así mejoradas sus potencialidades para la navegación.

Los muros del embarcadero, una interpretación realista

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Embarcadero de la esclusa en primer término y muros izquierdo y derecho, de construcción dispar. Se aprecia en el derecho, de sillería, la entrada del aliviadero del embarcadero.

La diversidad de técnicas y materiales constructivos de la Quinta, no era exclusiva de los aspectos comentados. De hecho los muros del embarcadero, aguas arriba y perpendiculares al canal, presentan un diseño dispar. Mientras que el izquierdo es de ladrillo, el derecho es de sillería de granito y caliza. El espacio, sujeto a los empujes y presión del agua, correspondería más a una fábrica de sillería por completo. Al menos eso interpreta el estudio arqueológico, que ve en esta realidad una contradicción de origen y objetivo confuso.

Esclusa del Canal de Castilla. Se aprecia la fuerza del agua en la salida de la almenara de desagüe.

Salida de la almenara de desagüe de la Quinta. Se aprecian los refuerzos en silleria de granito.

De nuevo la interpretación podría ser mucho más sencilla, no habiendo misterio alguno. Los textos de Madoz y su lectura pormenorizada son claves. La mera presión del agua no es un hecho significativo en el deterioro de un muro bien cimentado. Pero sí lo es la corriente, que arrastra los solados, socava los cimientos y pone al descubierto estructuras enterradas.

En la zona del embarcadero, dos son los puntos donde esta corriente hacía acto de presencia: las compuertas y la almenara de desagüe del lado derecho, precisamente el construido con grandes y monolíticos sillares. Madoz nos advierte del problema de construir almenaras frágiles cuando describe el hundimiento de todo el muro de la Cuarta esclusa por este motivo.

Probablemente la construcción del muro izquierdo del embarcadero fue originaria en mampostería de yeso, al igual que el resto de la esclusa, reservándose la sillería de grandes piedras para zonas muy concretas, sujetas a elevado estres hídrico, como la entrada y salida de la almenara de desagüe, zona de compuertas y estribos del gallipuente, pero nunca en el muro izquierdo de contención del embarcadero, donde aparentemente no tendría sentido.

La utilización del ladrillo en este muro es lo esperable, propia además de las construcciones y reformas de la época de Fernando VII, como podemos ver hoy en las esclusas Octava, Novena y Décima. Probablemente este muro se reformara en dicho periodo, a la vez que el del vaso ya comentado, utilizando para ello la misma técnica y el mismo material, abaratando así costes e incrementando la productividad de los elementos mediante sencillas economías de escala.

La estrategia de cimentación: Como levantar gigantes con pies de barro.

real canal del manzanares Quinta Esclusa

La parte más alta de la esclusa, junto al embarcadero, nos reveló el sistema constructivo de la cimentación.

Algo especialmente llamativo que sacó a la luz la intervención arqueológica fue el suelo de la esclusa. Nos referimos al solado y cimentación de una pequeña parte del interior del vaso, justo bajo las compuertas aguas arriba. Sus elementos y formas constructivas son un testimonio de incalculable valor.

Hay que señalar que el estudio arqueológico llama a la zona de este solado “embarcadero” de la esclusa. Se trata de un error, puesto que el embarcadero se encuentra fuera del vaso, nunca en el interior, y se corresponde a una zona mucho más amplia, donde las embarcaciones podían hacer sutiles maniobras, sirviendo para esperar turno y entrar al interior del vaso. El verdadero embarcadero apenas fue excavado.

real canal del manzanares Quinta Esclusa

En primer plano el entarimado conservado, con el sistema de cimentación visible. Detrás, el embarcadero parcialmente excavado e inundado con las aguas del nivel del río.

Los trabajos dejaron a la luz un entarimado de madera en magníficas condiciones de conservación. Bajo las maderas, fijadas con grandes clavos de plomo, descansaba un entramado de rastreles también en madera, unidos con grapas de plomo a la esclusa y embutidos en un lecho de mortero y yeso mezclado con piedras. Una soberbia manufactura que aseguraba resistencia a las corrientes de agua que aquí eran seguras.

Perfil del sistema de cimentación Real Canal del Manzanares

Decimos que la fuerza del agua aquí debía estar presente porque es común que las compuertas de la esclusa dispusieran de una tajadera, o pequeña compuerta que al ser abierta permitiría la entrada de agua en el vaso sin que las compuertas principales debieran ser accionadas.

Este sistema sería complementario al de la almenara de desagüe del embarcadero, y generaría un gran desgaste sobre la zona del entarimado. De ahí su buena manufactura y conservación.

La excavación arqueológica, debido a la premura de las obras del LAV, no pudo llegar a desenterrar toda la esclusa. El resto del suelo de la misma quedaría oculto para siempre cuando se alcanzó el nivel del río y se filtraron las aguas al interior del vaso. Es de esperar que este suelo estaría dispuesto en forma similar, por su exposición constante a las corrientes de agua de las compuertas y los aliviaderos.

Muy interesante resulta observar el sistema de cimentación que se dejaba ver bajo del conjunto de rastreles y entarimado que acabamos de comentar. La disposición de los materiales y los sistemas que sustentaban la mole de la esclusa en el mar de arena es ingenioso, dejándose ver desde la zona del embarcadero cuando las aguas no afloraron desde el nivel freático.

La escasa capacidad hídrica del Manzanares, con estíos en los que el río apenas llevaba agua, hizo imprescindible permanecer muy cerca de su cauce y profundizar mucho en las excavaciones para evitar la pérdida de agua por filtración.

Así, la construcción del Canal del Manzanares se llevó a cabo en el lecho del propio río, aunque fuera de su cauce actual. Se excavó por lo tanto en plena Terraza geológica del Manzanares, lo que obligó a buscar sustentación sobre las inestables arenas del río.

real canal del manzanares Quinta Esclusa

Las paredes del canal, con un sistema de chapa y puntal de maderos que se rellenaba posteriormente.

Estos factores, que persiguieron la viabilidad del Canal, fueron a la postre su condena. El resultado fue un canal sobrexcavado, con poca pendiente y muy cortas distancias entre sus esclusas.

Volviendo al asunto de la cimentación, se buscó un sistema ingenioso para dar estabilidad a las moles de piedra sobre las arenas. Para ello se vaciaba por completo el espacio que ocuparían canal y esclusa.

Canal del Manzanares a la altura de Vaciamadrid.

Tras ese primer paso se clavaban en el suelo grandes puntales verticales de madera, que debían profundizar en la arena al menos 3 metros, y que terminaban sobresaliendo ligeramente del conjunto. A ellos iban trabadas las estructuras horizontales, también de madera, unidas por clavos, rematando un solado de mortero y rocas. Muy similar a lo descubierto en el interior de la esclusa, bajo el entarimado.

Una vez establecida una base sólida se comenzaban a levantar las estructuras de roca y ladrillo. La obra finalizaba con el relleno de los espacios exteriores.

En las márgenes del canal se clavaban también puntales y se les colocaban tablones de madera a modo de chapa. Tras ellos se rellenaba con mortero y rocas, a veces a varias alturas.

Elocuente es en este aspecto, no sólo lo encontrado en la Quinta Esclusa, sino también la clara traza del Canal llegando a Vaciamadrid. En este último tramo la instalación es una verdadera cicatriz sobre el terreno, profunda y muy ancha, tanto o más que el propio río en algunos puntos.

Las razones de esa anchura excesiva se fundamentan en que no se trata de un tramo de canal navegable, sino de una prospección. Concretamente del vaciado previo al que aludimos en los párrafos precedentes, pendiente de su deslindado con chapa y puntal para ser rellenado después y acortada su anchura a los estándares encontrados en la Quinta Esclusa.

Por nuestros datos sabemos que una parte muy importante de esa prospección fue navegable y se utilizó en conjunto con la Décima Esclusa y el horno de yeso cercano. La súbita muerte de la navegación en el Canal, dejó el tramo sin terminar, tal y como lo vemos hoy en día.

El cegado del vaso de la esclusa: un canal de riego para el vivero

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El canal existente junto a la Casa de la Cuarta Esclusa.

El entarimado del interior de la esclusa estaba parcialmente arrancado y recolocado a su entrada, siempre aguas arriba. El objetivo fue cegar el vaso, resultado hoy imposible saber cuándo ocurrió, pero es seguro que esto fue entre 1862 y comienzos del S. XX. El cegado no debió ser completo o definitivo, puesto que la estructura disponía de una portezuela corrediza que debía dejar pasar a voluntad el agua por su antiguo recorrido.

Recordemos que en 1862 el Ayuntamiento de Madrid ciega el comienzo del Canal del Manzanares. Hasta ese momento la navegación está bien documentada. El posterior represado de la Quinta Esclusa, sobre cuyo origen sólo se puede teorizar vagamente, tendría como objeto la elevación de las aguas para ser extraídas del canal original hacia un canal paralelo mucho más pequeño, fuera de la esclusa, para luego volver a integrarse al cauce principal en algún punto indeterminado.

La diferencia de caudales entre ambos canales obligaría a operar la portezuela antes comentada y así regular el flujo de agua extraída.

Base de una estructura paralela a la esclusa, probablemente un canal.

Cobraría de esta manera sentido una enigmática estructura de cimentación para lo que los arqueólogos describen como un “pequeño acueducto o conducción de agua paralela al canal”. Esta franja entre la propia esclusa y la casa del peón conservador es perfectamente compatible con la hipótesis anterior. Sin embargo en ninguna de las fotos aéreas más antiguas de la zona (1956) se aprecia dicho canal, figurando ya la composición definitiva previa a la excavación. La veremos al final del capítulo.

Este tipo de estructuras fueron bastante comunes en el Canal del Manzanares. De hecho Pascual Madoz nos describe la existencia de un importante vivero entre la Cuarta y Quinta Esclusa para abastecer y reponer el arbolado del Canal. Hecho también referenciado por Antonio Ponz.

Para el riego del vivero se utilizó un canal que aún conserva su uso en la Cuarta Esclusa. Quedaría así bien argumentado el origen de esta cimentación desconocida. De hecho, “pasado ya el ecuador del siglo XIX, el vivero de la Quinta Esclusa, todavía seguía en funcionamiento, vendiéndose al público árboles de diferentes especies. Para hacernos una idea de sus dimensiones, en los años 60 de dicho siglo, el vivero contaba con cifras cercanas a los 17.000 árboles y 160 eras para plantones” (La Casa de la Cuarta Esclusa, Cuadernillo del Real Canal del Manzanares, GIPL, 2011).

El estudio arqueológico también ha revelado tres rellenos en el interior del vaso, correspondientes a diferentes momentos en el tiempo. El inferior se corresponde a un relleno arenoso, propio de corrientes de agua, siendo el resto probablemente rellenos artificiales posteriores con «abundante material arqueológico«.

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Diferenciación de los tres rellenos del interior de la esclusa. Se aprecian las arenas en el más bajo.

El estudio arqueológico describe someramente el tipo de compuertas que pudieron utilizarse en la esclusa, hoy desaparecidas por completo. Manifiesta que probablemente fueron de metal. Esto se trata de un error muy común, suponemos al inferir que son iguales a las que hoy existen en el Canal de Castilla, todas de construcción moderna (S. XX).

Las compuertas del Canal del Manzanares fueron con casi completa seguridad de madera, al igual que las originales del Canal de Castilla. La madera es un elemento resistente, de sencillo mantenimiento, barato y durable, acorde con los requisitos del Canal. En los planos conservados de las esclusas más modernas se aprecian con cierto detalle. Una descripción completa de estos elementos se encuentra en el Cuadernillo del Real Canal del Manzanares.

Toda la exposición anterior nos aboca a pensar que la esclusa estuvo abierta durante muchos años tras dejar de ser navegable, con las compuertas de madera arrancadas y reutilizadas como materia prima para otros menesteres. Probablemente en la segunda mitad del S. XIX se ciega el vaso y se represa la corriente, haciéndola pasar por un canal paralelo, cuando ya la infraestructura era usada exclusivamente para el riego de las huertas del Manzanares y del vivero heredero de aquel que estaba entre la Cuarta y la Quinta Esclusa.

La Quinta Esclusa entre los siglos XIX y XX. La Guerra Civil.

Milicianos posando en el Frente del Manzanares. Los testimonios de Joan, el soldado catalán que luchó en Madrid, nos permiten ubicar con cierta seguridad el lugar como la Sexta Esclusa del Canal del Manzanares.

En algún momento posterior el vaso quedaría definitivamente en seco y se reutilizaría como basurero, originando y dando explicación al resto de rellenos que los arqueólogos describen en su informe como “abundante material arqueológico”. Resulta curioso comprobar que este mismo comportamiento humano se está dando hoy en día en la Octava Esclusa, aunque no deja de ser una hipótesis particular.

Posteriormente, posiblemente cuando el vaso quedó completamente colmatado, dejó de tener utilidad y se amortizó, quizá a finales del XIX o comienzos del XX. En ese momento cobraría mayor utilidad el gallipuente de la esclusa, que serviría para que personas, animales y maquinaria pudieran cruzar el canal  de riego con comodidad.

Los arqueólogos no mencionan haber encontrado restos de la Guerra Civil en el interior del vaso, aunque sí fuera, en una fosa rellena. Esto es un dato clave para fechar la completa colmatación de la esclusa antes de 1936-37, puesto que estas infraestructuras en vacío fueron usadas activamente por el Ejército Republicano.

Además, las imágenes de los estribos no dejan ver hueco alguno, muy típicos en todos los gallipuentes de las esclusas del Canal del Manzanares que han llegado anuestros días. Los huecos, según nuestras investigaciones, corresponderían a las cargas explosivas colocadas allí por el Ejército Republicano para una voladura controlada en caso de retirada.

No tiene sentido volar un puente colmatado de restos y tierra. Se deduce que durante la Guerra Civil la esclusa estaba ya completamente cubierta.

Antes de la intervención de ADIF, el agua entraba en el interior de la esclusa por el hueco abierto en el lateral de la foto, con la esclusa cubierta casi por completo.

Octava Esclusa, hoy convertida en basurero.

Esta nueva y última reutilización de la infraestructura y su gallipuente obligó a reconducir de nuevo la corriente de agua al interior de la esclusa que, posiblemente por economía de medios y esfuerzos, se ejecutó por el lateral derecho, abriéndose el hueco que en dicho muro podía contemplarse hasta hace poco.

A estas alturas de su historia, la Quinta ya no debería represar el agua y no dispondría del canal paralelo para el riego del vivero. El vaso estaría completamente colmatado y sería prácticamente invisible, aunque un pequeño hilo de agua lo atravesara en zigzag, entrado por un lateral y saliendo por su gallipuente, única estructura útil en ese momento y que serviría de testigo a quien quisiera saber el lugar exacto de la Quinta Esclusa.

Esta será la situación más estable de este ingenio hidrúlico, puesto que no variará hasta la intervención de ADIF. Es destacable la asombrosa supervivencia de la infraestructura en su conjunto, incluidos los restos de madera, llegando a nuestros días en un estado de conservación sorprendente.

Muy posiblemente el objetivo principal de la esclusa, la navegación, fue el menos utilizado a lo largo de toda su vida operativa. La adaptación de la infraestructura a las necesidades humanas de cada momento, permitió su larga persistencia, legándonos un patrimonio de enorme valor histórico.

La llegada de la Alta Velocidad y el fin de la Quinta Esclusa

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La Quinta Esclusa poco antes de su definitivo soterramiento.

Desgraciadamente la Quinta Esclusa jamás pudo adaptarse al tren de Alta Velocidad. Ya lo hizo con dificultad cuando el primer ferrocarril a Aranjuez surcaba tierras madrileñas a poca distancia, ofreciendo una competencia inalcanzable en el transporte de personas y mercancías. Pero el LAV a levante acabó por finalizar con una larga historia de adaptaciones y supervivencia.

A mediados del 2011 la esclusa fue protegida con geotextil y cubierta cuidadosamente en un metafórico y significativo amortajamiento. Por encima de ella deberían hoy circular ya los trenes a Valencia, no quedando testimonio alguno en el lugar de su presencia. La terrorífica despersonalización de los entornos, consumidos por un progreso mal entendido, son el cáncer de nuestra memoria.

La cerámica como testigo de la vida humana

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Ejemplos de trozos de cerámica del entorno del Manzanares y Jarama

En la Quinta Esclusa los arqueólogos encontraron una gran cantidad de cerámica que data del periodo 1750-1900.  Se trata por tanto de materiales de la Edad Moderna y la Contemporánea o actual. Muchos de ellos nos sonarán de haberlos visto en nuestros pueblos o a nuestros abuelos.

El uso más que probable como basurero de la Quinta Esclusa ha favorecido el que se encontraran muchos fragmentos de utensilios comunes durante los siglos de su ocupación. El material por excelencia de estos objetos es la cerámica.

Se hallaron cerámicas de pastas gruesas, con abundante desgrasante, pesadas y toscas, vidriadas en distintos tonos. Se trata de cerámica “todoterreno” para la cocina.

También aparecieron abundantes piezas de pastas más finas y con desgrasante no visible. Es la característica loza blanca, con decoración muy sencilla, en tonos azul, beis, amarillo o verde.

También aparecieron restos de estas vajillas blancas con profusa decoración monocromática y escenas de aire neoclásico. Es la conocida producción Pickman.

Toda esta cerámica blanca se usaba en la mesa.

Finalmente aparecieron restos de nuestros inmemoriales botijos y grandes tinajas para la conservación de alimentos.

La construcción, uso, reutilización y amortización de los elementos del Canal del Manzanares, ha dejado un enorme rastro de la ocupación humana que lo acompañó.

La construcción de diques y rellenos ha sido una constante fuente de material cerámico, que entonces ya no servía y era basura, pero que ahora nos señala las costumbres de aquellos antiguos habitantes del Manzanares.

Todos estos restos aparecen a simple vista a lo largo del tramo final del río, o lo que es lo mismo, del Real Canal del Manzanares.

Dedicatoria

A ti, que elegite los senderos menos transitados.
Que te fuiste caminando, pegado a la tierra que acababas de pisar.
Tus pasos se extinguieron, pero no tus huellas,
ni aquello que encontraste caminando.
Nuestros caminos continuarán, invariablemente, recordanto siempre los tuyos.
Hoy padre, volvemos a caminar juntos.