Acueductos en el Parque Lineal del Manzanares. Parece cosa de la ciencia ficción, pero el Puente del Congosto es el último representante de una serie de puentes que llevaban agua por arriba y por abajo.
En este caso, por su parte inferior, bajo su gran arco de medio punto, pasaba el Real Canal del Manzanares y sus falúas, aunque por aquí nunca llegara a navegar ingenio alguno. Por arriba el camino era compartido por las aguas del arroyo del Congosto, que vertía sus aguas desde los cercanos cantiles del Manzanares, y por personas y animales que cruzaban los campos en busca de pastos frescos.
Orgulloso, recordando que un día fue hijo de los reales deseos fernandinos, se levanta un bello puente de magnífica manofactura y mejor apariencia. Sería imperdonable que no fuera inmediatamente reintegrado y conservado.
Puente del Congosto
El puente del congosto es la obra que sirve de ejemplo a todas las de este tipo que cruzaron el Canal. Se trataba de pequeños puentes al margen de los de las esclusas. Estos últimos, como hemos visto a lo largo de este capítulo, también eran llamados gallipuentes, por ser de tamaño reducido y sin barandas, que solían ser construidos sobre las acequias.
Por el contrario, los puentes como el del congosto eran de mayor tamaño y coincidían en el Canal, con su cruce con algún arroyo, el cual era pasado por encima. Se trata por lo tanto de puentes que tenían una doble función: la de comunicación del vado del arroyo respectivo con los campos a la otra orilla del Canal, y la de servir de pequeño acueducto. Son por lo tanto otra importante obra hidráulica en el entorno del Real Canal del Manzanares.
Estos puentes servían para el paso de personas y ganado, separados físicamente de un cauce que llevaba las aguas del arroyo. Por debajo no sólo dejaban pasar las aguas del Canal, sino que también debían permitir y facilitar el paso de las barcazas que lo navegaban.
El análisis del único ejemplar que nos queda de esta especie es, por lo tanto, de sumo interés, ya que podría servir para recuperar el resto de los que aquí describimos con ayuda de Madoz.
En los estribos del puente, cerca de su arco central, podemos ver sendos agujeros que lo atravesaban de parte a parte. Por ellos se pasaba la sirga, o cuerda de la que tiraban las mulas arrastrando la barcaza. Esto era necesario para poder salvar la estructura del puente y aprovechar mejor la fuerza ejercida por los animales de tiro. Estructuras como esta, las hemos visto ya en el gallipuente de la Octava Esclusa. Un poco más alejados de estos, otros arcos hacían las veces de aliviaderos para evitar que las avenidas de agua arrastraran laos cimientos del puente.
El arco de medio punto rebajado, así como el resto de la estructura del puente, está construido con ladrillo y mampostería de roca caliza, por lo que todo el material fue traído desde fuera de las inmediaciones de Canal. El aspecto final de este puente debió ser -y aún hoy lo sigue siendo- francamente bello.